Leyenda del Arca de Noé
La historia del Arca de Noé es la que se cuenta entre cristianos, judíos y musulmanes en la que Dios eligió destruir la Tierra con un gran diluvio. Solo perdonó a un hombre, Noé, y a su familia. Por orden de Dios, Noé construyó un enorme barco, un arca, y la llenó con dos de cada animal. Dios cubrió la Tierra con agua, ahogando a todos y a todo lo que una vez caminó por la tierra. Noé, su familia y los animales del arca sobrevivieron y repoblaron el planeta. Según dice la Biblia Noé tenía una esposa y tres hijos, Sem, Cam y Jafet. Cada hijo tenía una esposa. Así que había ocho personas en la familia de Noé.
Noé debia hacer un arca de modo que no le entrara agua. Dios le dijo: ‘Voy a enviar un gran diluvio de agua y destruir al mundo entero. El que no esté en el arca morirá.’ Tardó muchos años en hacerla y metió en ella, además de a su familia a algunas clases de animales machos y hembras según dice Génesis 6:9-22; 7:1-9.
Mas allá del mito
Se dice que puede ser que el diluvio de Noé sea un recuerdo de una gran ola que ahogó durante unas semanas un trozo de tierra en particular y en ese trozo de tierra no había ningún lugar seco donde vivir. Algunos geólogos piensan que la historia de Noé puede haber sido influenciada por una catastrófica inundación en el Mar Negro alrededor del 5.000 A.C.
Una inundación global serviría como explicación para algo como el descubrimiento de conchas marinas fósiles en la ladera de una montaña, dice Adrienne Mayor, historiadora de la ciencia antigua de la Universidad de Stanford. Sin embargo sabemos que la tectónica de placas es responsable de levantar rocas del fondo del océano a grandes elevaciones cosa que explicaría dichos fósiles.
Una ilógica e injustificada suposición prevalece hoy en día en relación con el lugar de aterrizaje del arca de Noé. La gente -gente muy educada- está segura de que el arca de Noé aterrizó en las remotas e inaccesibles alturas del Monte Ararat, una montaña volcánica de 17.000 pies (5180 m) en la actual Turquía. El Libro del Génesis no dice que el arca aterrizó en el Monte Ararat, sino más bien “en las montañas de Ararat” (Génesis 8:4), es decir, en una montaña en algún lugar de la cordillera.
RedaccionNdM