Vrykolakas, el vampiro griego
La forma más común del Vrykolakas para seleccionar a sus víctimas es directamente llamando a la puerta de su casa, incluso llamándole por su nombre. Si la victima abre la puerta al primer golpe o simplemente lo mira directamente a los ojos, esa persona morirá de miedo y, después del entierro, se convertiría en un Vrykolakas. La otra forma de que mate a su víctima es accediendo a la casa de su víctima mientras duerme y sentarse en su pecho hasta asfixiarla.
Relatos reales
En el libro “Historias griegas de los Vrykolakas”, escrito por D. Demetracopoulou Lee (1941), hay varios relatos reales sobre la criatura. En una de sus historias explicaba que una vez hubo un vrykolakas casado y con dos hijos. Pero cada sábado él desaparecía sin que su esposa Anieli supiera donde iba. Durante una fiesta local que tuvo lugar un sábado, los aldeanos se dieron cuenta que faltaba el esposo de Anieli. Así que los aldeanos salieron con antorchas al cementerio local para comprobar que no estuviera ahí. Los aldeanos encontraron una tumba medio abierta y en su interior se encontraba el marido de Anieli. Todos se dispusieron a quemarlo, pero antes el pidió clemencia. Los aldeanos no mostraron piedad y lo quemaron. Es fue el final de uno de los Vrykolakas.
Según los registros históricos, en siglo XVII cada vez que se creía que un Vrykolakas estaba acechando una aldea, los habitantes solicitaban al obispo local la exhumación del cadáver sospechoso de ser un no muerto. El exorcismo, la decapitación, el desmembramiento, o colocando un clavo en la cabeza del cuerpo exhumado eran los métodos más comunes que se empleaban para matar a un Vrykolakas, seguido de una cremación. En Santorini era tradicional para los pescadores y otros navegantes que cuando pasaban cerca de las islas realizaban el signo de la cruz antes del amarre en el puerto principal, sólo para desterrar las malas influencias que se podían haber quedado en sus barcos.