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Una tarde con muñecas

Esto me sucedió en casa de una amiga cuando éramos niñas.  Y fue la primera y última vez que pise esa casa.

Hacíamos juntas la comunión aquel año. Nos conocimos en catequesis y nos hicimos muy amigas.

Un día, nuestras madres quedaron una tarde, para comentar no se que cosa sobre los preparativos para la celebración y fuimos mi madre y yo a casa de esta amiga.

Recuerdo que la casa era enorme, tenía un porche y colgando de la pared varias herramientas antiguas de labranza. Verlas colgadas tan viejas y grandes me causaban mucha impresión.

Comienzan los hechos

En la primera planta tenia lo típico, un salón-comedor, cocina, baño y una sala de estar. En la segunda planta, estaban todos los dormitorios.

Lo que más me gustó, hasta que entré, una habitación con todos los juguetes tanto de mi amiga como de sus hermanos mayores. Nosotras nos subimos a jugar a esa habitación.

Para empezar, lo que vi, no me gusto. Nada más abrir la puerta ví una mini colección de muñecas antiguas colgadas en una de las paredes de la habitación.

Muñecas de porcelana, con sus vestidos largos y antiguos, descoloridos por el paso del tiempo, con sus caritas blancas y su pelo largo, algunas parecían de verdad, es como si fueran a cobrar vida de un momento a otro.

Aquello me choco mucho y me quede parada en el umbral de la puerta.

Recuerdo que mi amiga me agarró de la mano y me empujó hacia dentro.

Me pregunto por qué las miraba de esa manera, le dije que nunca me habían gustado ese tipo de muñecas. Que  me parecían que iban a moverse en cualquier momento, o que te seguían con la mirada.

Yo no podía dejar de mirarlas, me hacían sentir incomoda.

Mi amiga se reía cada vez que me miraba y veía la cara desencajada que yo tenia.

Cada vez me sentía más incomoda en aquella habitación.

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Fenómenos inexplicables

Hubo un momento que tanto mi amiga y yo nos sentimos muy incomodas y pensamos en irnos de allí. Por un momento nos quedamos las dos mirando hacia la pared y vimos como cayeron tres muñecas, una detrás de la otra, al suelo con tanta violencia que se hicieron pedazos.

Es como si hubieran tirado de ellas hacia abajo una mano invisible.

Nos quedamos de piedra. Salimos de la habitación como alma que lleva el diablo.

Cuando nuestras madres nos vieron bajar a toda velocidad por las escaleras y las caras de miedo que teníamos pensaron que algo malo nos había pasado arriba. No podíamos reaccionar y la madre de mi amiga subió a la habitación corriendo y se encontró con las muñecas rotas en el suelo.

En un primer momento pensó que fuimos nosotras pero después lo pensó detenidamente y  no nos podían culpar a nosotras porque no estaban a nuestro alcance, hubiéramos necesitado unas escaleras para llegar hasta las muñecas que estaban bien ancladas a la pared.

Falta de explicación coherente

La madre de mi amiga no se podía explicar como pudieron caerse las muñecas.

Ella era la que se encargaba de descolgarlas para limpiarlas y cuando las colocaba otra vez se aseguraba de que estuvieran bien ancladas y llevaba varias semanas sin limpiarlas, esas muñecas no se habían tocado desde hacía muchos días.

Nunca hablamos de lo que sucedió aquella tarde porque no teníamos ninguna respuesta a nuestras preguntas.

Esa fue la primera y última vez que pise esa casa y mi amiga no era capaz de entrar a esa habitación si no iba acompañada. Me decía que le daba miedo entrar sola porque, desde que ocurrió aquello, notaba algo extraño en la habitación.

Con el tiempo nos fuimos distanciando y sus padres volvieron a Asturias para empezar de cero ya que aquí en Málaga les empezó a ir mal laboralmente hablando.

A veces paso por delante de esa casa y lo que más me llama la atención es que desde que se fueron la familia de mi amiga, de esto hace más de 20 años, no se ha conseguido ni vender ni alquilar esa casa. ¿Por qué será?

Rosa María Roldán

Misteriosa Entidad en la Estación 13

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