Meiga Aldonza de Cambas
A Meiga Aldonza de Cambas
Es una meiga del Camino a Teixido, que embrujaba a los peregrinos para que no llegaran allí. Una vez embrujó a la mora Zulema y también a Saura Rosa, hija del conde de Alarcos. La dama Gelda María se enfrentó a la meiga y las desencantó. San Andrés de Teixido envió a Aldonza Cambas a los infiernos.
Esta historia se cuenta en un romance que se estima podría datarse en el siglo XVII.
Hace muchos, muchos años, dícese que había por tierras de Cedeira una meiga de mucha nombradía llamada Aldonza Cambas. Esta meiga o bruja tenía gran poder para hacer encantamientos; y como era muy envidiosa, la gente le tenía mucho miedo.
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Y cuéntase que, envidiando la hermosura de una joven mora que había traído consigo un hidalgo mozo, huido de Córdoba, en donde le tenían cautivo, y al cual había ayudado a escapar aquella muchacha, un día que dicha joven andaba por el jardín del pazo donde moraba, la meiga Aldonza la encantó convirtiéndola en zarza, la puso en un camino que iba hacia el santuario de San Andrés de Teixido. Y aconteció que muchos de los romeros que se dirigían al santuario prendíanse las ropas en las espinas de la zarza y tenían que seguir su peregrinaje en figuras de lagarto, serpiente o de algo por el estilo.
Un día, a fin de cumplir una promesa con el santo San Andrés, la hija del conde, Saura Rosa Berengula, iba con otra doncella, la Dama María Xelda, la cual se tenía por muy sabia.
Iban las dos caminando juntas, y al llegar al zarzal en donde estaba encantada Zulema, Saura Rosa se sintió prisionera de las zarzas.
Prisionera
Empezó a gritar horrorizada.
¡ Hay, valme, María xelda, que no puedo pasar, me tiene presa este zarzal!.
¡ Parece cosa de encantamiento, San Andrés bendito¡ – dijo Xelda ; y poniéndose en el camino, trazó con un palo un círculo alrededor de las dos y de dijo a Saura que cortara uno de los tallos de la zarza. Y gritó :
¡ Preséntate, Aldoza, yo te lo mando; ven, desencanta a esta joven!
La bruja, aunque bruja, no pudo librarse del conjuro y apareció en el sendero.
Encantada
¿ Que queréis, Dama Xelda?¿Para qué me llamáis vos, María ?
Quiero, y te mando, que desencantes a quien tienes aquí encantada.
Tenéis mucha arrogancia, Dama Xelda, y os mostráis muy soberbia- y se reía; luego, añadió – Todavía nadie ha mandado en mí desde que vivo en esta tierra. Sabed, Maria Xelda, que a Aldonza la meiga, pobres, ricos y fidalgos, todos me bajan la cabeza.
No será Xelda quien la baje. Jamás la bajé ante nadie, que, por más que seaas bruja, yo ahora puedo más que tu. ¡ Además, que Dios habla por mi boca y Él te ordena que desencantes a las doncellas que tienes encantadas en la zarza.
Liberadas
Y como testimonio de estas palabras de la virtuosa y sabía Dama Xelda se levantó una turbonada de viento y truenos y tembló la tierra.
¡Sea| Quedais libres doncellas!- Dijo espantada la meiga. Y salieron de la zarza la mora Zulema y Saura Rosa. Y, entre tanto, un torrente que se formó arrastró el cuerpo de Aldoza Cambas.
Otras jóvenes más quedaron desencantadas y todas juntas fueron a cumplir sus promesas aa la romeria de San Andrés de Teixido, donde fue bautizada la mora Zulema con los nombres de Andrea Xelda María.
Pocos días después, el conde casó a su hijo con Dama Xelda por agradecimiento de aquel hecho que le había salvado a su hija; y Zulema entró en un convento, donde al cabo de algunos años murió como una santa.