Los sueños en la antigüedad

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Los sueños en la antigüedad

Aunque prácticamente nos pasamos la mitad de nuestra vida durmiendo, pocos comprendemos de verdad el proceso de dormir y del soñar, y pocos somos conscientes de la tremenda importancia de los sueños para nuestro desarrollo espiritual y nuestros asuntos cotidianos.

Los sueños te ayudan a entrar en contacto con tu Yo superior, tu yo verdadero, con la parte divina que hay en ti; y lo harán de tal forma que te inspirarán fe en la belleza, el amor, la sabiduría, la fuerza y las maravillas que hay dentro de cada uno.

Si nos remontamos a la noche de los tiempos, podríamos decir que en aquella época se tenía un alto concepto de los sueños: se construyeron bellísimos templos para atraer y facilitar la llegada de los sueños. La gente era capaz de viajar miles de millas con el único objetivo de disfrutar del privilegio de entrar en el templo de los sueños, pues se sabía que son una fuente inagotable de profundas verdades que pueden servir para curar , resolver problemas o guiarnos en cuestiones de salud, dinero, felicidad o conocimiento.

En aquellos tiempos , una persona afectada por una grave enfermedad o por un problema acuciante recorría, a menudo a pie, las muchas millas que la separaban de uno de estos templos: el más famoso de ellos se encontraba en Epidauro, cerca de Corinto. Estos templos fueron inspirados por Esculapio (el dios griego de la curación) como centros de peregrinación, donde pronto se pusieron camas; éste fue el origen de los primeros hospitales de la Historia: tan potente era la fuerza curativa de los sueños.

Sueños con agua

Una vez allí, el cansado viajero era recibido por los amables auxiliares del templo y, tras un baño y un poco de comida y bebida, hablaba con el sacerdote sobre lo que le atormentaba. Estos estaban muy bien entrenados en el arte de interpretar sueños y eran muy hábiles a la hora de descubrir, a partir de la información aportada por el sueño la causa de la enfermedad o la curación requerida. Podían también predecir el futuro.

Después de la consulta y una noche de descanso, el día siguiente se dedicaba a la oración, al ayuno y, en general, a los preparativos necesarios para la curación, los consejos o respuestas provenientes de los mismos sueños. A esto le seguía un largo baño de purificación a base de aceites esenciales. El peregrino, ya apunto, se vestía con ropas de un blanco inmaculado y entraba en el templo en cuyo interior se realizaba un pequeño sacrificio acompañado de música, cantos y una impresionante ceremonia encabezada por el sacerdote.

Este era el encargado de implorar a Esculapio que acudiera en ayuda del suplicante. Luego llegaba un elaborado ritual de preparación al sueño y se retiraban a un aposento especialmente preparado para ello.

No era extraño que, sobrevinieran al durmiente visiones en las que aparecía el gran dios ofreciendo la solución deseada, un sabio consejo o quizás algunas hierbas, pócimas o cualquier otro remedio que pudiera ser útil para la curación. En circunstancias especiales, el propio Esculapio llegaba a tocar el cuerpo del enfermo para curarlo personalmente: el peregrino se despertaba al instante totalmente recuperado.

Cuenta la leyenda que los viajeros entraban con muletas o encima de un carro y salían bailando, dando saltos y llenos de gozo.
Nuestras técnicas y prácticas actuales de preparación al sueño se basan en esta ancestral verdad y son sorprendentemente efectivas.

Silvia Rossi

El atrapa sueños

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