Los demonios de Loudun
Los demonios de Loudun
Corría el año 1634, en la Francia gobernada por aquel entonces por una monarquía subordinada a los designios del Cardenal Richelieu, cuando en una pequeña localidad del país galo, surgió un escándalo que hizo correr ríos de tinta, según cuentan, un pequeño convento del lugar fue presa de los ataques del maligno.
La congregación de religiosas estaba liderada por un joven sacerdote, Urbain Grandier, que a la postre sería la verdadera victima de la caza de brujas que se cernió sobre el convento.
Grandier tenía 32 años cuando llegó a Laudun, de él dicen que era un elocuente orador, con un extraño poder de atracción, que rápidamente se ganó las confianza y admiración de las mujeres y la animadversión de los hombres.
Sus continuas discusiones con las autoridades locales no ayudaron demasiado en las que cada vez eran mas voces discordantes contra Grandier, y a todo esto sumaremos el embarazo de Phillipe, la hija mayor de el fiscal de la comarca, Louis Trincant, y cuya paternidad fue reconocida por el propio Grandier.
Monjas Ursulinas
Hacía poco tiempo que en la villa se había fundado un convento de Ursulinas, una comunidad pobre de 17 monjas dirigidas por la madre superiora Juana de los Ángeles, cuando comenzaron a correr rumores por Loudun , de que tanto Sor Juana como sus novicias estaban poseídas por demonios, el responsable de difundir esos rumores era el padre Mignon, ni mas ni menos que el confesor de las monjas, y que por casualidad también era el sobrino del fiscal Trincant.
Algunos testigos afirmaban que las monjas sufrían increíbles convulsiones, contenían el aliento hasta hincharse de manera sorprendente y alteraban sus voces, que se convertían en guturales y aterradoras, ponían los ojos en blanco y corrían por el refectorio y las habitaciones en medio de gritos histéricos, ademas de manifestar comportamientos indecorosos, algunas novicias llegaron incluso a desnudarse en público.
Fue el propio Mignon el que se encargo en principio de realizar funciones de exorcista, y no tardo demasiado en averiguar quien había pactado con el maligno para que los demonios poseyeran a las monjitas. El culpable, por supuesto, era Urbain Grandier.
Sor Juana, se intuye bajo tortura, declaró que estaban poseidas por dos demonios, Asmodeo y Zabulón. Debido al escandalo que las endemoniadas de Loudun estaba generando, se prohibió a Mignon continuar con los exorcismos, y dicen que fue el propio Richelieu el que encargo que se constituyera un tribunal extraordinario al frente del cual estaría su consejero de estado Laubardemont.
Condena y exorcismos
Una vez constituido el tribunal, se comenzaron a efectuar exorcismos en público, ante un cada vez mas numeroso grupo de testigos,, gentes procedentes de toda Francia, e incluso miembros de la nobleza inglesa. Finalmente acusaron al desdichado Urbain de brujería, la priora, que por aquel entonces ya no se sabe si actuaba bajo tortura, o por voluntad propia, al ver que lo que antes era un pobre convento.
Poco a poco, se iba enriqueciendo con las donaciones de los curiosos visitantes y las cuantiosas cantidades de dinero que las autoridades eclesiásticas enviaban para sufragar los gastos, declaró que el motivo del encantamiento era que Grandier había lanzado un ramo de rosas por encima de los muros del convento.
El 30 de noviembre de 1633, Urbain Grandier fue encarcelado en el castillo de Angers.
En los calabozos, hallaron cuatro evidentes marcas del diablo nada menos que en las nalgas y en los testículos. También fue sometido a todo tipo de torturas, para que se declarará culpable del delito de que había sido acusado. Aunque el sacerdote continuo manteniendo su inocencia.
Finalmente, el 18 de Agosto de 1624, fue quemado vivo en la plaza del mercado de Loudun.
Tras la muerte de Grandier, los demonios de Loudun no desaparecieron, de los integrantes del tribunal que lo condenó. El jesuita padre Surin fue poseído, por unos de los demonios contra los que pretendía luchar. El franciscano Lactance, el mismo que había encendido personalmente la hoguera, sucumbió a la locura y falleció apenas un mes después.
El capuchino Tranquille, que había tomado parte incluso en las sesiones de tortura, fue el siguiente: murió loco cinco años después; algo similar a lo que le sucedió al doctor Manuori, quien había afirmado falsamente durante el proceso que el acusado mostraba múltiples marcas del maligno.
En cuanto a Sor Juana, emprendió largos viajes como penitente por toda Francia. Decía estar dotada de facultades sobrenaturales. Estaba convencida de que el episodio demoníaco fue un preludio a su divinidad. Fue recibida en París, por el mismísimo Richelieu.
A menudo, leyendo historias sobre los procesos inquisitoriales, me pregunto si realmente los endemoniados estaban en el banquillo de los acusados, o por contra, entre los miembros del tribunal