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Leyenda de As burgas

Hace cientos de años una ciudad nació al borde de un cruce de caminos cuya intersección se encontraba justo en tres surgencias de agua termal caliente. Ourense nació y crecería junto al calor de estos manantiales. Ya los romanos, y a buen seguro los pueblos que habitaban anteriormente el valle del Miño, disfrutaban de las peculiaridades de estas aguas sulfurosas. Los romanos, no sólo buscaban oro en estos lares como así parece atestiguar el topónimo “Ourense”, sino también su propio placer y bienestar. En 1802 se descubrió aquí un ara votiva dedicada a las ninfas y a las diosas de las fuentes en la que se encontraba una inscripción en la que se leía en latín: Os hablamos de As Burgas
“Calpurnia Aebana del pueblo de os aebisocios cumple con agrado el voto que hiciera balo la inspiración de un sueño a las ninfas de estas aguas.”

Época del Imperio

Recientemente también se han encontrado los restos de baños de época del Imperio. A estos manantiales de agua caliente se les conoce como As Burgas y se localizan hoy en el centro de la ciudad de Ourense. El tóponimo ha dado lugar a que la ciudad sea conocida en la actualidad como “A Cidade das Burgas”. Además, estas fuentes, han sido y son una seña de identidad de la ciudad.

Las fuentes son conocidas como A Burga de Arriba, do Medio y de Abaixo. La primera es la más antigua y la más sencilla, de solo dos caños. Su origen se remonta al siglo XVII. Además, es de la que menos agua brota. La de O Medio, es reciente y moderna. Forma una piscina de poca profundidad y el suelo está cubierto de losas claras de piedra que permiten apreciar las aguas cristalinas del manantial.

Dos esculturas adornan el estanque, “A Casa da Nube” de Luis Borrajo (1989) y “Calpurnia Abana” de Acisclo Manzano, también del mismo año. Hecha en honor a la dama galaico-romana de la ya citada inscripción.

Mito la madre de agua

Con piscina

La piscina, a cambio de muy pocos euros, está abierta y acondicionada para el baño en un horario amplio, ya que según cuentan, son buenas para las dermatitis, para las secreciones del aparato respiratorio y calman las tos y los espasmos bronquialess. “A Burga de Abaixo” es una fuente neoclásica del arquitecto Trillo de mediados del siglo XIX. Consta de dos caños y una pila labrada en el centro. Una burga naciente a ras de suelo protegida por una reja completan las surgencias de agua caliente. Dos placas a ambos lados de la fuente representan diversa información de las aguas, como la temperatura, el caudal o la composición química. Esta última fuente se encuentra adornada por unos estupendos jardines.

El agua que emana de esta naciente se clasifica entre las más calientes de Galicia, junto con vecinas termas como las de A Chavasqueira. Su temperatura se eleva hasta más de 63º, haciendo que sus aguas sean clasificadas como hipertermales. Además su caudal es bastante abundante, llegando hasta los 300 l/min. El Ph del agua es 7,56.

Leyendas

 

El origen del agua no está muy claro. Aparte de las fantasías y leyendas que sitúan el nacimiento debajo de la capilla del Santo Cristo o debajo del Monte Montealegre en forma de volcán que en cualquier momento podría estallar, la hipótesis más normal es que las aguas de los ríos y las lluvías se filtren desde la superficie ayudadas por las fallas que atraviesan Ourense y por la gran depresión del Miño y que alcancen grandes profundidades hasta alcanzar los 2,5 km. En estas capas la temperatura es muy alta, pudiendo superar los 100º y haciendo que las aguas filtradas entren en ebullición y suban de nuevo en forma gasificada. Dependiendo de lo que se encuentren en su subida, la temperatura será mayor o menor, descendiendo en este caso hasta menos de 70º y convirtiéndose de nuevo en estado líquido, dando origen al manantial.

La temperatura

Por otro lado, su elevada temperatura, pudiera hacer pensar en otro tipo de origen, donde el agua se forma en el interior de la tierra por la fusión de minerales y gases con el magma líquido. La presencia de aguas termales calientes en diferentes zonas geográficas denotan actividad volcánica reciente, más o menos unos cien mil años, que en el caso de Galicia serían unos cuantos más, por lo que lo del volcán Montealegre será mejor dejarlo sólo para la fantasía.

Las Burgas, también llamadas “As Burgas”, presentan un verdadero atractivo para no perder la oportunidad de conocer. Pues de estos manantiales –precisamente tres- brotan aguas silicatadas, fluoradas, litínicas e hipertermales a una temperatura de entre 64 y 68 °C con un caudal de 300 litros por minuto.

Burga de Arriba

 

Los viajeros que elijan la ciudad de Orense como destino, no deben perderse la oportunidad de descubrir uno de los sitios más bonitos de la región. Estos manantiales son la llamada “Burga de Arriba” con un estilo muy popular y perteneciente al siglo XVII, lo que lo establece como la Burga más antigua; “La Burga del Medio”, la cual se encuentra pegada a un muro con un estilo muy moderno; y finalmente, la “Burga de Abaixo”, presentando un estilo neoclásico del siglo XIX con dos caños laterales y una pila labrada en el centro.

De esta manera, Las Burgas, declaradas en el año 2007 como Bien de Interés Cultural, presentan uno de los vestigios mejores conservados de la historia y no sólo por su aspecto, sino también por la historia que cada una de ellas guardan. De hecho, una de las cuestiones más llamativas de estos manantiales es que antiguamente las mujeres de la región usaban estas fuentes de aguas termales para escaldar los pollos y así quitarles más fácilmente las plumas.

La Catedral

Por otro lado, las leyendas que giran en torno a su origen hacen de las Burgas un sitio mágico y curioso. Pues ciertamente, una leyenda cuenta que estos manantiales nacen debajo de la capilla del Santo Cristo, en la Catedral; mientras que otra historia asegura que se trata de aguas termales causadas por un volcán que se encuentra en reposo en la base del Montealegre y que está esperando el momento propicio para explotar.

Orígen

Respecto al origen de los manantiales de agua caliente, más allá de las leyendas, las aguas de los ríos y las lluvias se filtran desde la superficie ayudadas por las fallas que atraviesan Ourense y por la gran depresión del Miño, alcanzando grandes profundidades en torno a los 2,5 km. En estas capas la temperatura es muy alta, pudiendo superar los 100º y haciendo que las aguas filtradas entren en ebullición y suban de nuevo en forma gasificada. Dependiendo de lo que se encuentren en su subida, la temperatura será mayor o menor, descendiendo en este caso hasta menos de 70º y convirtiéndose de nuevo en estado líquido, dando origen al manantial.

Tres fuentes

Tradicionalmente, el complejo de las Burgas constaba de tres fuentes; la de Arriba, la del Medio, y la de Abajo. La más popular, la Burga de Abajo, símbolo de la ciudad, es una fuente de tres caños del siglo XIX de estilo neoclásico diseñada por el arquitecto Trillo. De ella mana continuamente (más de 300 litros por minuto), un agua minero medicinal a una temperatura de 67ºC, recomendada para problemas de piel, reuma y artritis, y no para dejar la mano durante mucho tiempo. A la derecha, en un pequeño estanque enrejado, podemos ver brotar las aguas in situ. Los gAMBAases que desprenden crean unas burbujas por lo que la tradición creyó que el agua hervía en este sitio, y de ahí la denominación popular de Fervedoiro.

Es de traza sencilla y más pequeña, datada en la segunda mitad del siglo XVII. La desaparecida “Burga do Medio”, antaño lugar de curtidores y lavanderas, se ha convertido en la actualidad en una piscina gratuita al aire libre. Es la primera zona de baños termales en pleno Casco Histórico: una piscina termal al aire libre de más de 200 metros cuadrados, indicada para afecciones dermatológicas y del aparato locomotor.

Arropando la Burga de Abajo se ubica un jardín, diseño del año 1914: figuras en setos rodeadas por muretes y entre las que se encuentra el escudo de la ciudad, visible desde Puente Murallón.

A su vez, las fuentes y estación termal de las Burgas se insertan en un mismo espacio junto al “Centro de Interpretación de las Burgas”, Museo y Áreas Arqueológicas, configurando un lugar único y privilegiado para su uso y disfrute en el corazón de la Ourense; para comprender porqué la ciudad ostenta el título de Capital Termal de Galicia.

Leyenda

Hace muchísimos años moraba en uno de los montes cercanos de Rivadavia, entre los riscos de la altura un famoso asceta que atendía el culto de una pequeña ermita y pasaba la vida entre rezos y penitencias, ayunos y sacrificios. Era muy estimado de cuantos le conocían y , como sabían las dificultades que el santo varón tenía para su subsistencia, algunas veces le levaban alimentos, a la vez que iban en procura de sus consejos y bendiciones.
Se llamaba Pedro y se decía que era hijo de unos campesinos; pero lo cierto es que de virtud y doctrina sabía más que el señor cura de la parroquia y hasta se susurraba que había hecho algunos milagros.

Pedro el Ermitaño

Una vez , Pedro el Ermitaño se sintió enfermo; fue en una tarde de otoño, cuando las hojas de los árboles amarilleaban y el sol se ocultaba entre reflejos dorados.
-¡Bendito sea Dios!-se dijo-. Parece que Él me llama a sí. Soy ya muy viejo y alguna vez ha de acabarse la vida del hombre.
Y resignadamente se sentó a la puerta de la ermita. Pero acertó a pasar por allí un joven pastor que conducía un rebaño de ovejas y , al verle tan caído le preguntó si necesitaba alguna cosa.

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-Me encuentro mal –respondió el santo-; pero Dios dispondrá lo que ha de ser.
-Señor –dijo el joven-, yo voy camino de la aldea con estos carneros y cuando los haya dejado volveré con un médico.

Y se fue aligerando el paso del rebaño que corrió monte abajo. Volvió ya con noche el pastor acompañado del médico, quien después de examinar a Pedro le dijo que tomara un cocimiento de unas hierbas que había llevado y que se amantar bien y se acostara. El mismo joven le preparó la tisana y le cubrió con una manta que traía. Después los dos se marcharon dejando a Pedro tranquilo aún cuando tosía con una tos seca de oveja, que se fue calmando hasta quedarse dormido.

Desde entonces el pastor siempre procuraba pasar por la ermita y hacer un poco de compañía al señor Pedro, por lo cual éste se había encariñado con el rapaz, y le iba instruyendo y predicando la bondad.

Rivadavia

En Rivadavia había una callejuela muy antigua y en uno de los extremos de ellas existía una casa medio derruida en la cual vivía un viejo tabernero que tenía una hija llamada Aurora que era, como su mismo nombre, una bella aurora de mujer. Pero esta joven en aquel ambiente tabernario había recibido no muy santas enseñanzas volviéndose caprichosa al sentirse admirada y solicitada por muchos muchachos que deseaban obtener sus amores.

Aurora sentía predilección por un mozo, que algunas veces acudía a la taberna para hacer algunas pequeñas compras. Aquel mozo parecía no darse cuenta de la impresión que su presencia producía en la tabernera lo que a ella la desesperaba y enardecía.

Enamorada

Por fin después de muchos intentos que Aurora hizo para despertar el interés y el deseo del joven, ya que no el amor, díjole un día:

-¡Estoy enamorada de ti! Mírame, ¿no soy guapa? ¿no me quieres?
-Si, eres guapa –respondió él- pero eres diabólica…, serías mi perdición- y se fue apresuradamente.
Aurora se sintió humillada y herida en su amor propio y juró vengarse,. Y cuando otra vez volvió el muchacho a comprar un poco de sal y de azúcar, después de servírselo, y como estaban solos, le echó los brazos al cuello y lo besó, mientras le metía en el bolsillo alguna cosa de que él no pudo apercibirse.
Y como él se apartó de ella bruscamente y huyó encolerizada la muchacha salió tras de él, gritando:
-¡Al ladrón , al ladrón, detenedle!…- y , ala ves le tiraba piedras.

Mozo muerto

El mozo corría y pronto le persiguieron algunas gentes. Otras mujeres del pueblo y mozalbetes le lanzaron también pedruscos; pronto el mozo fue derribado y muerto sin que muchos de sus perseguidores pudieran saber por qué. Pero en el farnel o zurrón que llevaba el infeliz se encontró el cáliz dela iglesia que había sido robado. Robado por Aurora para aquel objeto, porque quiso vengarse del desprecio.

Se supo después que aquel mozo era el pastor que visitaba al ermitaño del monte y le llevaba algunas provisiones. Y el santo Pedro lloró la muerte de su joven amigo y tuvo también su momento de dolor y de coraje y el primer mal pensamiento en su vida ascética y humilde. Y se dice que el santo iba conduciendo los secretos canales del agua caliente de las Burgas hacia Rivadavia; pero ante aquella cruel acción de los que habían matado a un inocente, huyó para Orense y allí hizo fluir las hirvientes y famosas “Burgas”.

Después dice la leyenda extendió sobre las aguas del Miño su raída capa y, poniéndose sobre ella, se dejó ir con la corriente.
En Tui existía en la catedral un letrero que decía: “Aquí nació y se enterró San Pedro González Telmo.”

Antonio Ceniza

El milagro de Pastoriza

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