La leyenda de Pegaso
Dicen que nació en las fuentes del Océano, por eso su nombre significa manantial. Hijo de Poseidón, se trata de una criatura muy tímida que solo podía ser domada por un jinete de buen corazón
Leyenda de Pegaso
De Pegaso se dice que nació en las fuentes del Océano, por eso su nombre significa manantial. Fue hijo de Poseidón que es el Dios de los mares en la mitología griega. Se trata de una criatura muy tímida . Solo podía ser domada por un jinete de buen corazón, ya que podía detectar el mal. Nace así la leyenda de Pegaso.
Este caballo alado, afable y noble, es uno de esos seres mitológicos al que se le dio el nombre de “Pegaso”.
Cuenta la leyenda que Perseo, hijo de Zeus, decapitó a Medusa, una de las tres gorgonas. Del contacto de la sangre que broto de su cuello con la espuma del mar nació Pegaso.
Comienza la leyenda
Al poco tiempo de nacer, Pegaso golpeó el suelo del monte Helicón y de este golpe surgió un manantial considerada fuente de la inspiración poética. A pesar de los intentos que muchos hicieron por domar al mágico y veloz caballo, sólo Belerofonte lo consiguió gracias a una brida mágica que le ofreció la diosa Atenea en sueños.
Y así, Belerofonte y Pegaso cosecharon grandes proezas, como la muerte de la malvada Quimera . Se llego al punto en que Belerofonte se comparó con los mismos dioses . Incluso trató de volar con Pegaso hasta el monte Olimpo para unirse a ellos.
Pero a los dioses no les gusto la soberbia de Belerofonte por lo que Zeus decidió castigar su pecado con el desbocamiento del caballo. Pegaso derribó a Belerofonte antes de conseguirlo y Zeus recompensó al caballo dándole alojamiento en los establos del Olimpo, y le otorgó el rayo y el trueno como símbolos de su poder.
Pegaso, rayo y trueno
Desde entonces Pegaso fue el encargado de llevar el rayo y el trueno a Zeus cada vez que este los necesitaba, y cuentan que siempre realizó su trabajo de una manera fuel, puntual y diligente.
Finalmente, y como recompensa, Zeus lo convirtió en Constelación, para que fuera eterno. Cuando esto sucedió, una pluma de sus alas cayó cerca de Tarso, y así la ciudad adoptó su nombre.