La Cruzada de los niños
La Cruzada de los niños
Las guerras en nombre de dios, la justificación del derramamiento de sangre, los intereses ocultos de las guerras y los niños. “Nihil novum sub solem” , nada nuevo bajo el sol. La cruzada, llamada de los niños, es un ejemplo.
Impulsadas por el papado y llevadas a cabo por los Capetos y el Sacro Imperio Romano, durante casi doscientos años, se llevaron a término una serie de campañas militares conocidas como las Cruzadas, cuyo supuesto objetivo inicial era el de restablecer el control cristiano sobre Tierra Santa, aunque algunos sostienen que esta primera cruzada no estaba exenta de intereses económicos, rutas seguras para el comercio de seda, especies y telas, encubrir guerras bajo diferentes ideales cuando en realidad todo obedece a intereses económicos, tampoco es nada nuevo.
Las cruzadas fueron sostenidas principalmente contra los musulmanes. No es desdeñable citar las que habían contra los eslavos paganos, judíos, cristianos ortodoxos griegos y rusos, mongoles, cátaros, husitas, valdenses, prusianos y contra enemigos políticos de los papas.
Nueve cruzadas en total, en las que cada cual tendría su motivo para luchar y en la que todos obtenían el mismo premio, la indulgencia papal por los pecados del pasado. Pero de entre estas cruzadas, hubo una en que los cruzados no participaron en ninguna batalla, una cruzada que paso a la historia con el sobrenombre de “La Cruzada de los niños”
El inicio
Todo comienza en 1212. De un lado un joven pastor alemán llamado Nicolás. Era un visionario al que Cristo le había encomendado en formar un ejército joven para luchar en Tierra Santa. Nicolás llegó a liderar un grupo de 7000 integrantes, que cruzando los Alpes llegaron hasta Génova. En dicho puerto debían de embarcar con destino a su objetivo.
De otra, Esteban de Cloyes que, en el mes de Junio de ese año afirmó ser el portador de una carta de Jesús para el Rey de Francia. Según él, tras efectuar diversos milagros y contar con casi 30.000 seguidores fue recibido por Felipe II, siendo este mismo el que le encomendara el liderazgo de un ejército para combatir a los infieles.
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