La asesina de ancianas

En el verano del 2006 dos amigas charlaban animadamente en la calle, al lado del café Sidney, en el Paseo Maragall de Barcelona. A ellas se acercó una mujer de unos cincuenta años y comenzó a hablar con ellas. Les comentó que no conseguía encontrar las llaves de su casa y que no se sentía muy bien, así que una de ellas, Dolores, se ofreció a invitarla a su casa y prepararle una manzanilla.
Una vez en casa, la anciana la invitó a comer y, a la hora del postre, se presentó una de las amigas de Dolores, Pepita, y las tres mantuvieron una agradable sobremesa, tanto que Mari, así dijo que se llamaba la improvisada invitada, le pidió la dirección de su casa para poderla ir a visitar.

Modus operandi

Dolores y Pepita eran dos octogenarias, viudas, que como muchos ancianos de este país prefieren continuar viviendo en su propia casa y continuar haciendo su vida, sin por ello cortar sus lazos familiares. Pepita era una mujer menuda, con el cabello rubio, a la que le gustaba arreglarse. Se casó a los 70 años, y al poco el marido falleció, dejándola viuda. Dolores también era viuda, así que las dos amigas pasaban mucho tiempo juntas y compartían diversas actividades: solían ir a jugar a la petanca, a bailar tangos y hacer escapadas a Benidorm o a Mallorca.
El 10 de Junio Pepita apareció estrangulada con un tapete de ganchillo en el salón de su propia casa. Dolores se entera por la propia cuñada de Pepita, quien le da los detalles de los hechosla habían estrangulado y tenía la nariz rota y la cabeza encajada en el sofá.
En un primer momento la noticia pasó prácticamente inadvertida por los medios, sin saber que iba a ser la primera de una tristemente larga lista de ataques a ancianas en la Ciudad Condal.
Días después, ocho para ser concretos, una mujer se presentó en casa de Rosa Rodríguez pidiendo una tirita. Ésta la hizo pasar, y una vez dentro de la casa la pateó y la agarró por el cuello, hasta hacerle perder el conocimiento.

Más víctimas

Sólo tres días más tardes repitió la misma operación, atacando a Rosario Márquez con una brutal paliza y asfixiándola hasta caer desmayada. Rosario se percató que le habían robado las joyas al recobrar el conocimiento.
Las siguientes víctimas de esta cruel y despiadada mujer fueron: Pilar Solá, Alicia Latre, Adelaida Geranzani, María Sahun, Montserrat Figueras, María Salud Mateu e Isabel Medina. Pepita, Adelaida y María no sobrevivieron a los brutales ataques. Todas ellas mayores de 70 años, que se encontraban en la puerta con una mujer de unos 50 años, afable, con acento gallego, y que les decía o bien que necesitaba algún tipo de ayuda puntual, o que traía algún paquete para alguna vecina.
A partir de la tercera agresión los Mossos d’ Esquadra se percataron de que había algo más: había una asesina en serie de ancianas, y se llegaron a plantear hacer un llamamiento para que las ancianas no salieran de casa, pero en pleno verano, hacer que no saliesen de casa podía ser incluso más peligroso. Finalmente el jefe de la investigación criminal hizo una rueda de prensa en la que pedía que no dejasen entrar a ninguna desconocida en su casa hasta que no se atrapara a la asesina.
Curiosamente fue Dolores, la amiga de Pepita, la que sugirió que tal vez la video cámara de un cajero hubiese captado la imagen de Mari el día que se conocieron. Fue la primera imagen que tuvieron de la asesina. El hecho de que se llevase el dinero y las joyas les hizo pensar que quizás se tratase de una jugadora compulsiva, y comenzaron a investigar por los bingos y billares cercanos a las casas asaltadas.

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Finalmente

Encontraron un perfil que encajaba: Remedios Sánchez, la cual no tenía antecedentes penales. Pero no conseguían localizarla ni en el domicilio, que no correspondía con su DNI, ni en el lugar de trabajo, el bar Cebreiro, cerca de su domicilio. Por las señales de su teléfono móvil consiguieron localizar por que zona se movía.
Casi por casualidad la encontraron en un bingo de la calle Provenza, jugando con una máquina tragaperras, de forma compulsiva. En un principio su actitud fue de total tranquilidad, diciendo que no entendía nada. A medida que pasados las horas en la que la policía registraba su domicilio (en su bolso apareció una agenda con la dirección de Pepita), y que se iban encontrado todo tipo de pruebas como relojes, collares, anillos monedas antiguas y libretas bancarias, Remedios se iba alterando más y más, pidiendo explicaciones.
Es oriunda de Dormea, una aldea gallega, y en el trabajo dijeron que era una buena cocinera, que no daba problemas y trabajadora. Al abogado le dijo que la asesina era una tal Mari, a la que le había alquilado una habitación en su casa y que, misteriosamente había desaparecido dejando atrás las joyas. Fue condenada a 144 años de cárcel.
No se ha conseguido averiguar que fue lo que hizo que pasase de ser una mujer normal de 48 años a una asesina despiadada de ancianas, con una brutalidad absurda. Es excusa el hecho de que a raíz de un desengaño sentimental se diese a la bebida y a los tranquilizantes? Para mi no.

Silvia Rossi

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