Julio Verne ¿visionario, profeta o glándula pineal activada?
Desmienten que no puedan existir personas capaces de sentir, presagiar, pronosticar, ser más adelantados a su/tú época, solo porque ellos no lo han experimentado, y es más, no son capaces de observar, contemplar el medio que te rodea y olfatear e intuir por donde va a ir el futuro. Y sí, por qué no decirlo: Porque hemos sido bendecidos con un Don, talento, como desees llamarlo, de querer ver, y aprender un poco más allá de lo establecido; por lo tanto, mi cita para esos «escépticos», sería la siguiente:
«Sabia locura es aquella que meses, años, siglos después, se convierte en iluminación contrastada»
Julio Verne, un elegido
¿Y por qué expongo todo esto?
Porqué el gran Julio Verne sin duda fue un elegido y un adelantado a su época, con una ampliación sin igual de su glándula pineal que le permitía acceder a los secretos, a los enigmas del futuro y que seguramente soñó, se proyectó o viajó astralmente buscando y encontrando ese conocimiento, esa sabiduría que continuamente perseguía, o que tal vez estuvo «tutelado» por alguien que lo guiaba en su viaje hacia el más allá.
No solo yo, apoyo esta teoría; el gran maestro J.J. Benítez en su novela Mis enigmas favoritos extrae la siguiente conclusión:
«Las posibles explicaciones a esa genial intuición; visión de futuro; iluminismo o anticipación solo podrían ser dos: Primera, en basa a su erudición y conocimientos científicos y segunda; Verne pudo tener acceso a unas fuentes de conocimiento, mucho más depuradas y secretas, tal y como se ha empezado a descubrir en una lectura clave e iniciática de sus obras; en la simbología alquímica…etc.
Iniciado e iniciador
Estoy absolutamente convencido de que Julio Verne fue un iniciado y un iniciador.»
Un hombre, Julio Verne, con un apetito voraz por la investigación; por la ciencia; por la sabiduría que lo hacía estar al tanto de los avances científicos de su época. Se dice de él que siempre llevaba un cuaderno consigo y anotaba aquello que despertaba su ansia de saber. Conocidas eran sus lecturas en la Sociedad Industrial de Amiens donde leía de principio a fin hasta quince publicaciones distintas.
Continua