Joseph Merrick, el hombre elefante

0

Joseph Carey Merrick nació el 5 de agosto de 1862 con el síndrome de Proteus, el caso más grave conocido en la medicina moderna del que apenas se conocen unos 100 casos. Sufría una afección tumoral de los nervios periféricos que se manifiesta generalmente con manchas y pequeños bulbos repartidos por todo el cuerpo. Durante años se creyó erróneamente que sufría neurofibromtasi. John falleció siendo aún joven, pero su horrible historia ha perdurado hasta nuestros días.

Enfermedad

Sufría síndrome de proteus, una extraña proliferación de las células causa el crecimiento del hueso anormal en el cráneo y en varios tejidos del cuerpo. Aunque, de nuevo, ningún caso conocido es tan llamativo como el del Hombre Elefante. Esta enfermedad se descubrió a finales de los años setenta y, debido a la falta de casos, quedan muchos puntos por aclarar todavía. Sin embargo investigaciones recientes se ha dicho que pudo haber padecido de ambas enfermedades.

Joseph Carey Merrick era hijo del matrimonio conformado por el comerciante Joseph Rockley Merrick y Mary Jane. Empezó a presentar los primeros síntomas de su enfermedad a los 18 meses. A partir de los 4 ó 5 años de edad, en su cuerpo empezaron a formarse bultos y los huesos de sus extremidades y su cráneo se desarrollaron de forma anormal.

Infancia

Según su propio testimonio, de niño nunca pudo jugar con sus compañeros de colegio puesto que sus piernas y su cadera deformadas se lo impedían. A partir de entonces, el coraje y la valentía para sobreponerse a su atroz enfermedad serían las constantes que definirían su vida.

Su madre, Mary Jane, se empeñó en que asistiera a la escuela. Ella, aunque procedía del campo y de familia muy humilde, sabía leer y escribir y estaba muy ligada a la iglesia bautista de Leicester. Colaboraba dando clases dominicales a los niños que no podían acudir a la escuela durante la semana porque tenían que trabajar.

Como las deformaciones de Joseph empezaban a ser ya espectaculares, muchas personas se agrupaban en la calle para observarlo, hecho que hizo que Mary Jane lo llevara y trajera personalmente del colegio. También lo llevaba consigo cuando daba clases en la escuela dominical. Así, Joseph pasó toda su infancia al lado de su madre, lo que le desarrolló una gran dependencia de ella. De mayor, siempre la recordó como una madre muy cariñosa y entregada a sus hijos.

El padre de Joseph, que siempre se había ganado la vida como cochero, abrió hacia 1870, una pequeña mercería que regentó junto a su mujer hasta 1873, año en que ella falleció a causa de la bronconeumonía. Según Joseph (que tenía por entonces 11 años), ése fue el peor suceso de su vida, incluso peor que su enfermedad, ya que junto con su madre se iba la única persona que le había demostrado amor verdadero y lo había cuidado. Se quedó totalmente solo, y en este punto es cuando empezaron mayores padecimientos.

Ante la insistencia de la madrastra, y gracias a la colaboración de su tío Charles Merrick, consiguió emplearse en una fábrica de cigarros. En ella, estuvo trabajando durante dos años, hasta que su gigantesca y deformadísima mano derecha le impidió seguir atando hojas y, consecuentemente, lo despidieron.

Las continuas humillaciones de las que era víctima en su casa, y aunque ello le supusiese perder el almuerzo, lo llevaron a escaparse varias veces de casa. Su padre salía a buscarlo y Joseph sólo accedía a regresar si su padre le prometía que lo tratarían mejor. En estas huidas tampoco conseguiría escapar al dolor, pues sufría una gravísima deformación en la cadera que, unida a una pronunciada escoliosis, le requerían un esfuerzo adicional para mantenerse en pie.

Autobiografía

Su padre, al que posteriormente en su autobiografía le reprocharía que nunca lo quiso como a un hijo, le consiguió una licencia de vendedor ambulante. Con un carro, Joseph recorría las calles de Leicester vendiendo artículos de la mercería de su padre. En pleno desarrollo de la adolescencia, las dolencias de Joseph empeoraban y su aspecto era ya impactante. Su imagen ya causaba sorpresa y, evidentemente, su labor como vendedor fue un fracaso total.

Por esos días, la mandíbula de Joseph ya estaba deformada y un gran tumor le iba creciendo justo encima de la boca haciendo que su manera de hablar fuera casi ininteligible. Al final de su vida Merrick describiría cómo en ese nuevo periplo por las calles de Leicester, niños y mayores se apiñaban a su alrededor gritándole e insultándolo. Al no vender nada, en su casa las cosas no mejoraron y a veces, Joseph daba a su padre el dinero que le daban para el almuerzo haciéndolo pasar como si fuera dinero obtenido de las ventas, así que prefería pasar el día sin comer antes que soportar las reprimendas de su madrastra.

Finalmente, la insoportable presión familiar, los sucesivos ultimátum de su madrastra hacia su padre y un castigo físico hicieron que Joseph se marchara de casa para siempre llevándose sus pocas pertenencias en su carro de vendedor a la edad de 15 años. Tras marcharse de casa, continuó vendiendo durante el día las mercancías de la mercería que se había llevado consigo y por la noche dormía en la calle.

Su tío, Charles Merrick, hermano menor de su padre, regentaba una barbería y alertado por vecinos de la situación de su sobrino, salió a buscarlo y lo tuvo en su casa durante dos años. Joseph siempre recordó el buen trato que recibió de sus tíos. Su tío, quien falleció en 1925, testimonió el mal trato que recibió Joseph por parte de su madrastra y el total abandono de su padre. Este hecho hizo que las relaciones entre Charles y su hermano fueran muy tensas. También mencionaba Charles Merrick la gran voluntad de su sobrino a quien veía salir todos los días a vender con su carro aun sabiendo que regresaría con las manos vacías.

Final

En la mañana del 11 de abril de 1890, a los 27 años de edad, en la etapa más feliz de su vida, Joseph Carey Merrick fue encontrado muerto en su cama. Treves, tras un examen, concluyó que murió de asfixia al quedarse dormido. La cabeza de Merrick era enorme y sólo con esfuerzo conseguía mantenerla erguida. Su desmesurado peso y tamaño impedían que Merrick pudiese dormir tumbado, obligándolo siempre a que lo hiciese sentado y en una posición especial; de otra forma las deformidades le comprimían la tráquea y le dificultaban gravemente la respiración.

Sin embargo, actualmente, tras análisis más detallados de su esqueleto, más que por asfixia, se estima como la causa más probable de su muerte que repentinamente su cabeza se inclinara debido a su desproporcionado peso y se lesionara la nuca.

En la entrada de la barraca donde él estaba esperando a la gente -generalmente inculta y maleducada- se repartía un pequeño programa donde John se describía así:

“Mi cabeza mide ochenta y ocho centimetros de circunferencia y tengo una amplia masa carnosa en la parte de atrás, grande como un tazón.La otra parte parece, digamos, valles y montañas, todos amontonados, mientras que mi cara tiene un aspecto que nadie quisiera describir. Mi mano mderecha posee casi el tamaño y la forma de una pata de elefante. El otro brazo y mano no son mayores que los de un niño de diez años, y estan algo deformados…”

Diego Arturo García

Biafra, la crueldad de una guerra

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *