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Harry Price y la Rectoria Borley

El día diecinueve de mayo de 1937, el conocido investigador paranormal de la época, Harry Price. alquila la “Rectoria Borley”.

Considerado, uno de los lugares más encantados del Reino Unido. Pone un anuncio para reclutar 48 personas que permanecerían en Borley por un año y medio y serían testigos de lo insólito. El anuncio decía lo siguiente:

“Se buscan personas responsables, inteligentes, intrépidas, críticas e imparciales para realizar turnos de observaciones en una casa. Si no saben nada sobre investigación psíquica, mejor”

La antigua leyenda

Cuentan que en el año 1362, en lo que también fue otra rectoría que precedió a la que nos ocupa.

Había un monje, quien tuvo un romance con una monja de un convento cercano, dicho romance acabó cuando este fue descubierto y se tomaron cargos en contra de los dos, el monje fue ejecutado en la horca, mientras que la monja fue prisionera de las paredes de su convento. Y aunque según algunos existen múltiples versiones.

La leyenda moderna de la rectoría

Comienza en el año 1930, cuando el reverendo Lionel Foster, pariente del sacerdote Henry Bull, constructor y anterior inquilino del edificio.

Se mudó junto a su familia a la rectoría Borley. Cuartos cerrados imposibles de abrir, movimientos de objetos, objetos que desaparecían, ruidos fantasmales, ventanas rotas a cada momento, entro otras actividades de difícil explicación.

Todo fue más intenso con la esposa de Lionel, Marianne Foster, quien llegó a recibir mensajes garabateados en la pared que decían “Marianne, por favor consigue ayuda”, “Los rezos de Marianne ayudan a las personas” o “No puedo entender, dime más”. Marianne también sufrió de abofeteadas, era arrojada desde su cama al suelo, e incluso, una vez fue casi asfixiada por un colchón.

Daily Mirror 1929

El diez de julio de 1929 el rotativo británico Daily Mirror, publicaba la exclusiva:

En una rectoría, situada entre los condados británicos de Essex y Suffolk, se estaban produciendo toda clase de fenómenos paranormales. “Figuras fantasmales de cocheros decapitados. Afirmaba el periodista V. C. Wall en la crónica. Una monja, una carroza tirada por dos caballos bayos, que aparecía y desaparecía misteriosamente, pisadas en habitaciones vacías…”.

La noticia tuvo tanta repercusión, que el editor del Daily Mirror, decidió ponerse en contacto con el parapsicólogo Harry Price. Miembro de la Society Psychal Research, fundador de la National Library of Psychal Research dependiente de la Universidad de Londres. Quien acudió al enclave y comenzó a recabar toda la información.

Actividad paranormal en el Trans-Allegheny

La mansión Borley

Los primeros resultados sobre la mansión Borley, fueron espectaculares.

El paraje contaba con un extenso y trágico pasado, marcado por la muerte e insólitos incidentes enigmáticos.

Price realizo una sesión de espiritismo, en la cual, según su propio testimonio, el reverendo Henry Bull. Anterior propietario del lugar, le puso al día de los siniestros sucesos que envolvían a la rectoría.

A la semana siguiente, Price acudió junto con dos de sus empleados y un equipo móvil compuesto por cámaras fotográficas, cintas métricas, polvo para impresionar huellas, un cámara cinematográfica de 16 mm, filtros luminosos y acústicos, así como varios instrumentos de medición térmica.

Casa pasto de las llamas

Los mensajes en las paredes, que aparecían de la nada, fueron en aumento, y entre ellos, uno que decía:  “Esta casa será pasto de las llamas”.

Marianne que empezó a sufrir una fuerte alteración psíquica debido a la situación, motivo por el cual el matrimonio abandonaría la casa definitivamente en 1935.

Harry Price, aprovechó esta circunstancia para promover nuevos experimentos. El investigador psíquico, alquiló el caserón, concretamente desde el diecinueve de mayo de 1937 hasta finales de 1938, y puso un anuncio en el rotativo ‘The Times’ en el que se solicitaba voluntarios para el estudio de los fenómenos paranormales de la abadía.

The Times

“Se buscan personas – rezaba la petición publicada en el periódico británico – responsables, inteligentes, intrépidas, críticas e imparciales para realizar turnos de observaciones en una casa. Si no saben nada sobre investigación psíquica, mejor”.

La respuesta fue todo un éxito, fueron reclutadas un total de 48 personas. Todos ellos permanecieron en Borley por espacio de un año y medio y durante este tiempo todos los inquilinos fueron testigos de lo insólito.

Luminarias

Pasos, extrañas luces que aparecían en las ventanas, susurros, apariciones de un hombre decapitado y una dama vestida de blanco, un coche fantasma al exterior de la casa, la aparición de Henry Bull y el espíritu de una monja que andaba por los jardines. En total se contabilizaron más de 2.000 hechos paranormales.

El veintisiete de febrero de 1939, el capitán W. H. Gregson, posterior morador, se encontraba en la biblioteca del caserón cuando una lámpara de aceita se estrellaba contra el suelo de forma inexplicable. Las llamas se extendieron rápidamente por el inmueble y el fuego devoró toda la mansión.

En 1974, cuando un equipo del Grupo de Investigaciones Parapsicológicas de Enfield, encabezado por Ronald R. Russel, retomó las investigaciones, esta ve vez en la iglesia colindante a la antigua abadía, las cuales determinaron que seguían produciéndose extraños fenómenos en el recinto.

“Hemos grabado –explicaba el informe de los estudiosos- cientos de ruidos extraordinarios, pisadas, golpes y demás. En una ocasión localizamos un centro de perturbación cerca del sepulcro Waldegrave; era tangible, como un torbellino de energía. Cuando se pasaba la mano por él, se sentía una especie de cosquilleo, como el que produce la electricidad estática. En otra ocasión llegamos a escuchar un profundo gruñido”

Esta rectoría, considerada como uno de los lugares más encantados del mundo.

Ha llegado a tal extremo de popularidad, que cada veintiocho de julio, un verdadero ejército de policías acude al mismo para alejar a los miles de curiosos que se acercan hasta ella, ya que dicen que es en ese día cuando se puede ver al espíritu de la  monja.

Fran González

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