Exorcismo. ¡Yo te invoco!

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Exorcismos. ¡Yo te invoco!

La perturbación mental de algunos (y no precisamente de los enfermos, pobres víctimas) es la clave para resolver prácticamente todos los sucesos que han tenido relación con rituales exorcistas. Por ejemplo, el de Sangeeta Persaud, una chica de apenas 15 años de Guyana (América del Sur), que murió después de que le intentaran practicar un exorcismo (obligándola entre otras cosas, a beber zumo de lima,

 

que como todo el mundo sabe, al malo malísimo de Satanás no le gusta nada). Total, después de haber exhumado el cuerpo y vuelto a exhumar, resulta que la pobre tenía meningitis y los más brutos del pueblo le sacudieron tal tunda que ni el hospital pudo hacer nada más que certificar su muerte.

Más casos emocionantísimos a colación de Belcebú y sus acólitos (debe estar dando palmas ante tanto idiota). En 2009, en un pueblo del Aragón profundo, una chica indonesia de 27 años (¿extranjera? Endemoniada fijo, así somos de tolerantes) fue recibida en el hospital con señales de hipotermia (debía estar morada, morada). ¿La explicación? Pues que tenía un demonio y para curarla y sacárselo, a ella la metieron en una bañera hasta arriba de hielo durante mucho, mucho rato. Se salvó, por cierto.

Pero aún hay más. En 1990, en un pueblo de Albacete (Almansa, con su castillo y todo), vivía una curandera (ahora la llamaríamos homeópata o algo así) famosa y conocida, y queridísima. Tan buena era ella, que a su niña, tras cumplir 10 años, le sacó las entrañas por la vagina porque estaba convencidísima de que tenía a Satanás en su interior. La niña, en este caso… no se salvó, claro.

Y así un sinfín de sucesos relacionados con el fanatismo religioso de una facción de la sociedad que sigue pensando que lo mejor es que la Inquisición se encargue de estas cositas. ¿Qué os parece? No hace tanto tiempo del último caso de presuntos exorcismo, posesion y muertes presuntamente (ya hablo como los periodistas en los periódicos) diabólicas. ¿Conocéis alguno reciente?

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Claudia Rodríguez

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