Enriqueta Martí: La Vampira de Barcelona
Enriqueta Martí: La Vampira de Barcelona
Enriqueta Martí i Ripollés (San Felíu de Llobregat, 1868 – Barcelona, 12 de mayo de 1913) fue una asesina en serie española, secuestradora y proxeneta de niños. Conocida popularmente como la vampira del carrer de Ponent o la vampira de Barcelona.
De muy joven, Enriqueta se traslada desde su ciudad natal, Sant Feliu de Llobregat, hacia Barcelona. Donde trabajó como niñera, pero pronto comenzaría a ejercer la prostitución, tanto en burdeles como en lugares dedicados a esta actividad.
Como eran el Puerto de Barcelona o el Portal de Santa Madrona. En el año 1895, se casa con un artista, un pintor llamado Joan Pujaló, pero el matrimonio fracasó porque, según Pujaló, la afición de Enriqueta por los hombres, su carácter extraño, falso, impredecible y sus continuas visitas a casas de mala vida.
Una vida muy de mal vivir
A pesar de estar casada, ella no dejó de frecuentar los ambientes de prostitución, ni el mundo de la gente de mal vivir. La pareja se reconcilió y se separó unas seis veces.
En el momento de la detención de Enriqueta, en el año 1912, el matrimonio llevaba más de cinco años viviendo separados y no tuvieron hijos.
Durante el día mendigaba y pedía en casas de caridad, conventos y parroquias, vistiendo harapos y llevando en ocasiones niños de la mano que los hacía pasar por sus hijos. Posteriormente, los prostituía o los asesinaba.
No tenía ninguna necesidad de mendigar, ya que su doble trabajo como proxeneta y prostituta le daban suficiente dinero para vivir sin problemas.
La noche y el día
De noche, se vestía con ropas lujosas, sombreros y pelucas, se hacía ver en el Teatre del Liceu, el Casino de la Arrabassada y otros lugares donde acudía la clase acomodada de Barcelona. Es probable, que en estos lugares ofreciera sus servicios como proxeneta especializada en niños.
En el año 1909, fue detenida en su piso de la calle Minerva de Barcelona, acusada de regentar un burdel donde se ofrecían servicios sexuales de niños entre 3 y 14 años.
Junto a ella, fue detenido un joven de una familia de alta posición social. Gracias a sus contactos con altas personalidades barcelonesas, que contrataban sus servicios como proxeneta infantil, Enriqueta nunca tuvo un juicio por el asunto del burdel y el proceso se perdió en el olvido judicial y burocrático.
Al mismo tiempo, que hacía de proxeneta de niños, también ejercía la profesión de curandera.
Los recursos utilizados
Los productos que utilizaba para fabricar sus remedios, estaban compuestos por restos humanos de las criaturas que mataba, que llegaban incluso a ser desde niños de pecho hasta criaturas de 9 años.
De esos niños lo aprovechaba casi todo, la grasa, la sangre, los cabellos, los huesos (que normalmente transformaba en polvo).
Por esta razón no tenía problemas para deshacerse de los cuerpos de sus víctimas.
Enriqueta ofrecía sus ungüentos, pomadas, filtros, cataplasmas y pociones, especialmente para curar la tuberculosis, tan temida en aquella época, y todo tipo de enfermedades que no tenían cura en la medicina tradicional. Gente de clase alta pagaba grandes sumas de dinero por estos remedios.
Sin un número definido de secuestros
Se sospecha, que secuestró a un número indeterminado de niños. En el momento de su última detención, se encontraron en su piso del barrio del Raval, concretamente el número 29, entresuelo primera del carrer de Ponent (hoy Joaquín Costa), y en diferentes pisos de Barcelona donde había vivido, los huesos de hasta doce niños.
Los forenses, tuvieron mucho trabajo ya que quedaban pocos restos y consiguieron diferenciar un total de doce niños.
Enriqueta es posiblemente, la asesina en serie más mortífera que ha habido en España. Si se llega a saber cuantas criaturas llegó a a secuestrar y matar, la cifra probablemente se dispararía.
Los que está claro. es que llevaba muchos años actuando en Barcelona. porque en la cultura popular se sospecha que alguien le llevaba bebés. Había muchos niños que desaparecieron sin dejar rastro y había un temor fundado entre la población.
Teresita Guitart y Angelita
El 10 de febrero de 1912, secuestró a su última víctima: Teresita Guitart Congost.
Durante dos semanas, todo el mundo la buscó y en esta ocasión, hubo una gran indignación popular, ya que se demostraba que el temor de la población era cierto, y que las autoridades habían sido extremadamente pasivas con este tema.
Sería una vecina cotilla, Claudia Elías la que encontraría la pista de Teresita.
El 17 de febrero, vio una niña con el cabello rapado, mirando desde un finestrón del patio interior de su escalera. El piso era el entresuelo del número 29 de la Calle de Ponent.
La señora Elías, nunca había visto a esa niña. La pequeña jugaba con otra criatura y Claudia, le preguntó a su vecina cuando la vio aparecer por la ventana si esa niña era suya.
Comienzan las sospechas
La vecina en cuestión, era Enriqueta Martí, que le cerró la ventana sin decir una palabra. Claudia Elías, extrañada comentó el hecho, al tendero de la misma calle con quien tenía amistad.
Le hizo saber, que sospechaba que esa pequeña era Teresita Guitart Congost. Le había hecho sospechar también, la extraña vida que llevaba su vecina del entresuelo.
El tendero le hizo saber a un agente municipal, José Asens, las sospechas de lo que pasaba en el piso de Enriqueta y éste, a su vez, se lo comunicó a su jefe, el brigada Ribot.
El 27 de febrero, con la excusa de una denuncia por tenencia de gallinas en el piso. El brigada Ribot y dos agentes más, fueron a buscar a Enriqueta, que se encontraba en el patio de la calle de Ferlandina.
Descubierta y detenida
Haciéndole saber la denuncia, llevaron a la asesina hasta su piso. Ella se mostró sorprendida, pero no opuso resistencia, probablemente para no levantar sospechas. Cuando entraron los policías, encontraron dos niñas en el piso. Una de ellas era Teresita Guitard Congost y la otra una niña llamada Angelita.
Teresita fue devuelta a sus padres, después de haber declarado. Explicó, cómo en un momento en que se alejó de su madre, Enriqueta la llevó de la mano prometiéndole caramelos, pero al comprobar Teresita, que se la llevaba demasiado lejos de su casa, quería volver y Enriqueta la cubrió con un trapo negro por la fuerza y llevándola al piso.
Nada más llegar a casa, Enriqueta le cortó los cabellos y le cambió el nombre por el de Felicidad, diciéndole que no tenía padres, que ella era su madrastra y que así debía llamarla cuando saliesen a la calle.
El maltrato
La mal alimentaba, con patatas y pan duro, no le pegaba pero sí le pellizcaba. Le había prohibido salir a las ventanas y balcones. Declaró también, que las solía dejar solas, y que un día se aventuraron a mirar en las habitaciones en las que Enriqueta les tenía prohibido entrar.
En esta aventura, encontraron un saco con ropa de niña llena de sangre y un cuchillo para deshuesar lleno de sangre. Teresita, nunca salió del piso durante el tiempo que estuvo secuestrada.
La declaración de Angelita, fue más aterradora. Antes de la llegada de Teresita, en la casa había otro niño, de cinco años llamado Pepito.
Angelita declaró que vio como la que ella llamaba mamá, lo había matado en la mesa de la cocina. Enriqueta no se dio cuenta que la niña la había visto y Angelita corrió a esconderse a la cama y hacerse la dormida.
Se desconoce su identidad
La identidad de Angelita, fue más difícil de concretar, por las vaguedades de las primeras declaraciones de Enriqueta.
La pequeña no sabía qué apellidos tenía, y afirmaba que Enriqueta le había explicado que su padre se llamaba Joan.
La secuestradora, sostenía que era su hija y de Joan Pujaló. El marido de Enriqueta, se personó ante el juez por voluntad propia, solo para saber sobre la detención de su esposa y declaró que hacía años que no vivía con ella, que no había tenido hijos y que no sabía de dónde había salido la pequeña Angelita.
Al final, Enriqueta declaró que la había cogido cuando era una recién nacida de su cuñada, a la que le hizo creer que la niña había muerto al nacer. Enriqueta Martí Ripollés fue detenida e ingresada en la prisión “Reina Amalia”, institución demolida en 1936.
Lugares donde vivió
En una segunda inspección del piso, se encontró el saco del que hablaban las niñas, con ropa de niños llena de sangre y el cuchillo. También encontraron otro saco con ropa sucia pero que en el fondo tenía huesos humanos de pequeñas dimensiones, al menos una treintena.
Los huesos, tenían marcas de haber estado expuestos al fuego. Encontraron también un salón suntuosamente decorado con un armario con bonitos vestidos de niño y niña.
Este salón, contrastaba con el resto del piso, que era de una gran austeridad y pobreza y donde olía mal.
En otra habitación cerrada con llave, encontraron el horror que escondía Enriqueta Martí.
En ella, había unas cincuenta jarras, potes y palanganas con restos humanos en conservación: grasa hecha manteca, sangre coagulada, cabellos de criatura, esqueletos de manos, polvo de hueso. También potes con las pociones, pomadas y ungüentos ya preparados para su venta.
Siguieron los registros
Siguiendo la inspección, se registraron dos pisos más donde había vivido Enriqueta: un piso en la calle Tallers, un tercero en la calle Picalqués, y una casita en la calle Jocs Florals, en Sants.
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