Enigmas de siempre: El Yeti
Las fotos que se disponen de esta criatura son escasas y de mala calidad. Pero el ADN de una muestra de largos pelos negros recogida en Bután han sido analizada en 2001 en el Instituto de Medicina Molecular de la Universidad de Oxford, con el resultado de que no se ha podido identificar el animal del que procede.
Huellas
La curiosa forma de sus huellas, que miden más de treinta centímetros, parece que tiene el segundo y tercer dedos unidos, lo que demuestra que no pertenece a ninguna especie conocida u oso gigante.
Se cree que vive entre los 3000 y los 4000 metros en el Tíbet y el norte de Nepal, Sikkim y Bután, y al parecer, dos comunidades lamas del Tíbet conservan ejemplares momificados de este animal.
El yeti tiene algunos otros parientes que moran por esas mismas tierras, el pequeño, llamado yeh-teh o mi-teh (mitre) por los sherpas, es rechoncho y de la talla de un hombre, o algo menor, entre 1,4 y 1,7 metros. Su pelaje es espeso, de color rojizo; algunos pelos, analizados en el Museo de Historia Natural de París, han sido identificados como pertenecientes a un primate desconocido, emparentado con el orangután. Tiene las mejillas cubiertas de pelo marrón, la nariz chata, los labios anchos y los dientes largos. Las manos son grandes. Sus huellas, de aspecto humano, miden unos 25 centímetros de largo por 12 de ancho y tienen 4 o 5 dedos. Aunque generalmente es bípedo, cuando huye corre a cuatro patas.
Según los montañeses tibetanos, existe un tercer tipo de yeti, al que llaman nyalmo o mi-chen-po. Es un gigante carnívoro, antropófago, de 4 a 5 metros de altura, que habita en cuevas inaccesibles por encima de los 4000 metros y se desplaza en grupos. De estos titanes existen pocos testimonios, pero parece ser que también se han encontrado sus huellas, de 45 a 60 centímetros de longitud.