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El mataviejas

José Antonio Rodríguez Vega nació en Santander (Cantabria, España). Odiaba a su madre, a la que temía por un lado y se sentía sexualmente atraído por otro. Tal sentimiento de odio se inició cuando ésta lo echó de casa por agredir a su padre gravemente enfermo. Vega comenzó su carrera criminal agrediendo sexualmente a mujeres hasta el 17 de octubre de 1978, que fue arrestado y condenado a 27 años de prisión. Sin embargo, gracias a su encanto, consiguió que todas sus víctimas menos una le perdonaran, lo que en el Código Penal Español anterior al de 1995 eximía de la responsabilidad penal en ciertos delitos.

Primera salida de la cárcel

Esto, unido a su buen comportamiento en prisión, hizo que sólo pasara 8 años en la cárcel. Puesto en libertad en 1986, fue abandonado por su mujer. Vega volvió a casarse, esta vez con una mujer epiléptica. Era considerado como una persona muy educada, trabajador y un buen marido por todos sus conocidos y vecinos.

El 19 de mayo de 1988 fue arrestado mientras paseaba por la calle Cobo de la Torre. Tras su detención confesó sus crímenes.

El asesino de la baraja

Crímenes

El 6 de agosto de 1987, Vega entró en la casa de Margarita González (82 años), a la que asfixió, llegando incluso a hacer que la mujer se tragara su dentadura postiza. Unas semanas más tarde, el 30 de septiembre de 1987, Carmen González Fernández (80 años) fue encontrada muerta en su domicilio. Vega fue acusado de su asesinato. En octubre de ese mismo año, Vega asesinó a Natividad Robledo Espinosa (66 años).

Vega no volvió a matar hasta enero de 1988, cuando Carmen Martínez González fue encontrada muerta en su casa. En abril de 1988, asesinó a Julia Paz Fernández (66 años). Fue encontrada desnuda.

La identidad del resto de las víctimas no llegó a ser revelada.

Juicio y sentencia

Su juicio comenzó en 1991 en Santander. En el momento de su arresto él confesó los crímenes, pero a la hora de declarar ante el juez afirmó que las mujeres habían muerto por causas naturales, que él las dejaba simplemente inconscientes.

Rodríguez Vega fue diagnosticado como un psicópata. Sus asesinatos eran premeditados y bien organizados, ya que identificaba a su víctima, y la observaba hasta que se familiarizaba con cada aspecto de su rutina. Cuando sabía cuales eran sus necesidades se hacía pasar por reparador de televisores o albañil, y se ofrecía a acompañarlas, visitarlas, arreglarles cualquier desperfecto, todo ello con el fin de ganarse su confianza y poder entrar libremente en sus casas.

Trofeos

Ha sido descrito como un asesino en serie que tomaba trofeos de cada uno de sus crímenes. Cuando fue arrestado, la policía encontró en su casa una habitación roja en la que guardaba los trofeos que arrebataba a sus víctimas, que iban desde pequeños televisores a rosarios o flores de plástico. El alcance de sus crímenes no se esclareció hasta que la policía mostró una grabación de esta habitación a los familiares de mujeres ancianas muertas por asfixia. Las familias de las víctimas identificaron objetos que vinculaban a Vega con sus familiares.

José Antonio Rodríguez Vega fue sentenciado a una pena de 432 años de prisión (una pena conmutativa en América de 1.672 años de prisión).

Muerte

Jose Antonio Rodríguez Vega , el mataviejas, se encontraba cumpliendo condena en la cárcel de Topas, en Salamanca. El 24 de octubre de 2002 fue apuñalado por dos reclusos del centro, al parecer por incumplir dos “leyes” de los presos, ser un violador y trabajar de chivato para los funcionarios de prisiones. Fue enterrado en una fosa común al día siguiente, sólo acudieron al entierro los dos enterradores.

Diego A. García

El sacamantecas

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