El extraño caso del niño pintor de Málaga
El extraño caso del niño pintor de Málaga
David Guerrero desapareció en Málaga el 6 de abril de 1987. Su caso es uno de los más enigmáticos y misteriosos dentro de las desapariciones extremas en la historia negra de este país.
Eran cerca de la seis de la tarde. David, como cualquier otro día, acababa de regresar a su casa de la escuela junto a su hermano. Merendó, recogió las cosas de su habitación y se cambió de ropa. Era una fecha especial para él. Y es que uno de sus cuadros formaba parte de la exposición Recorriendo la Semana Santa, que se iba a inaugurar en la galería de arte La Maison, en la calle Parcent.
Decidió vestirse de forma elegante para la ocasión. Zamarra, jersey blanco, vaqueros y zapatos deportivos. Salió de su domicilio, situado en la calle Sargento García, en la barriada malagueña 25 años de paz, y se dispuso a cruzar los cien metros que separaban el portal de su vivienda de la marquesina en donde se paraba el autobús que le llevaría al centro de la ciudad. Entrada ya la noche, sus padres, José Guerrero y Antonia Guevara, comenzaron a preocuparse. No era normal que su hijo no hubiera regresado a casa.
Desaparición
Después de esperar veinticuatro horas, sus progenitores decidieron presentar la pertinente denuncia en comisaría. “Primero fui a la galería, por si todavía no había acabado. Me asomé y como no estaba fui a buscarlo a la peña. Me extrañó que no hubiera acudido allí, por lo que volví a la sala”.
Los días pasaron sin tener noticias sobre David Guerrero. Mientras, la prensa comenzó a informar sobre el enigmatico caso. “Extraña desaparición de un joven pintor malagueño”, rezaba el titular del rotativo Sur. “El joven David Guerrero, de trece años de edad, se encuentra en paradero desconocido desde la media tarde de anteayer, en que no apareció por la galería de arte La Maison, adonde tenía previsto acudir”.
El inexorable paso del tiempo aumentó el misterio, que se alimentó ante la total ausencia de pistas. La ciudad comenzó a sentirse conmocionada y sus gentes se unieron con un mismo fin: encontrar al “niño pintor”. Y es que hasta 10.000 personas se llegaron a manifestar por las calles de Málaga para reivindicar mayor dedicación y esfuerzo de las autoridades judiciales y fuerzas de seguridad, que finalmente llegaron a movilizar todos sus recursos.
La búsqueda
Cuerpos policiales, investigadores, sanitarios y militares trabajaron conjuntamente en las labores de búsqueda, durante las que se escrutaron decenas de parajes, aldeas y ciudades, pero sin resultado. Cualquier intento por descubrir donde se encontraba David Guerrero terminaba en un callejón sin salida.
De acuerdo al comisario José María García Calabuig, “el gran problema con el que nos hemos topado es que nadie lo vio salir de su casa, lo que nos hace suponer, y recalco que es una hipótesis, que probablemente lo esperaban.
Además, ese día se dieron unas circunstancias especiales ya que coincidió con la visita de S. M. la reina Sofía a Málaga y, puesto que esa zona correspondía a uno de los itinerarios trazados, había una rigurosa vigilancia, tanto de policías de paisano como de uniforme, lo que nos induce a descartar que fuera introducido a la fuerza en un vehículo”.
Las investigaciones se prolongaron durante varios meses. Instituciones oficiales y ONGs se unieron en la búsqueda. Incluso, el entonces secretario de Estado para la Seguridad, Rafael Vera, llegó a mostrar su preocupación por la desaparición cuando viajó a Málaga y se reunió con la familia Guerrero Guevara.
Sin líneas de investigación
“Lo que hace diferente a este caso es que no hay nada. Es una desaparición limpia. Sin testigos, como si se lo hubiese tragado la tierra o se hubiera disuelto en el aire. Muchas veces he llegado a pensar que si alguien quisiera hacer desaparecer a una persona tendría que utilizar el mismo método que lo acaecido alrededor del niño pintor.
En el caso de David Guerrero no hay nada. Se han planteado mil hipótesis. Se ha buscado en todos los lados. Se ha investigado cualquier pista que nos ha llegado… Nadie puede desaparecer así”, señala José Luis Calvo, presidente de PRODENI, una de las agrupaciones que se afanó en la búsqueda del niño desaparecido.
A lo largo de estos años, algunas pistas hicieron despertar el optimismo. La primera que parecía albergar sospechas surgió a finales de 1988, cuando un matrimonio de profesores españoles, durante un viaje a Portugal, afirmó haber visto al joven malagueño pintando en las calles de Lisboa, pero la pista no resultó válida y se abandonó la búsqueda en esa dirección.
La última línea de investigación cobró una fuerza inusitada. Las fuerzas de seguridad del Estado –como así pudimos corroborar con los responsables policiales– identificaron a un ciudadano suizo de setenta años de edad que podría estar implicado en la desaparición de David Guerrero.
El individuo, de buena posición económica, separado y con varios hijos, habría logrado, presuntamente, engañar al muchacho o convencerle para que abandonase su domicilio, una pista que adquirió crédito cuando en el domicilio de Guerrero Guevara se halló una caricatura de una persona de similares características faciales a las del sospechoso.
Más tarde se supo que existía una conexión entre ambos, según se averiguó gracias al testimonio de la empleada del hotel donde estuvo alojándose el misterioso personaje entre los meses de marzo y abril de 1987. Desgraciadamente, la investigación cesó cuando el sospechoso falleció en enero de 1990.
La pregunta es obvia: ¿se encontraba David Guerrero en Suiza? Y emergieron nuevas cuestiones: ¿podría haber sido engañado y pertenecer realmente a algún tipo de sociedad de turbios asuntos? Lo único cierto es que no se ha vuelto a tener noticia alguna del niño pintor desde que desapareció aquel 6 de abril de 1987.
Atrapados en el tiempo
La familia Guerrero Guevara, que lleva su dolor y esperanza en silencio, atendió a ENIGMAS, pese a que lleva años alejada de los medios de comunicación. “Es una cosa muy rara porque mi niño era un niño que, como he dicho tantas veces, no tenía amigos. Él no iba a jugar a la calle porque no le gustaba. Sólo estaba con su hermano, siempre pintando”, nos cuenta su madre, en cuyo hogar la habitación del niño sigue como entonces. Sus pinceles y pinturas, borradores y lienzos en blanco, estanterías con los libros de arte… Como si nunca se hubiera ido.
Como si en cualquier momento fuera a volver a casa para cenar y dormir. Como si nada hubiese pasado. Como si el tiempo se hubiera quedado atrapado. “En casa no hablamos del tema. Yo no puedo hablar con mi marido de David. No puedo… Es que no puedo”.
El rostro de sus padres muestra el sufrimiento arrastrado durante tanto tiempo. Se aferran a la esperanza del retorno de su hijo. No en vano, por las noches, el cerrojo superior de la puerta del domicilio no se cierra con el anhelo de que cualquier día o noche vuelva al hogar. El mismo dolor y la misma fuerza con la que su hermano Raúl hacía el primer llamamiento público a través de los micrófonos de la cadena SER Málaga durante las navidades de 1987. Un mensaje que aún perdura en el tiempo:
“Hermano David, ya hace nueve meses que saliste de casa y ni nosotros, ni nadie más, sabe de ti desde aquel 6 de abril que desapareciste. Estas navidades tu ausencia se hace mucho más grande y dolorosa. Si me estas escuchando, David, que sepas que te habla tu hermano, tu amigo, tu compañero en esa pasión, tuya y mía, de la pintura. Aquí está esperándote toda la casa. Mamá ya no tiene lágrimas de tanto llorar. Papá, llora para adentro como los hombres.
Nuestro hermano Jorge, igualmente, vive en la esperanza de tu regreso. Te propongo una cosa: vuelve. Da señales de vida. Vuelve para hacernos las navidades más felices del mundo. Aquí te esperamos, junto a la mesa y la silla. Tu silla, tu sitio, tu lugar y tu comida… Tenemos una cosa: esperanza, ilusión en que volverás. Regresa a tu casa David”.