Leyenda del basilisco del Pozo (Euskal Herria)

En su Diccionario de mitología vasca, J.M. de Barandiaran comenta, hablando de la palabra de osin, pozo o lago, que es creencia popular que en aquellos pozos en donde el agua tira hacia abajo viven ciertos genios. A algunos de estos pozos se les atribuye un origen extraordinario. Por ejemplo, en Bikuña de Araba y otros pueblos de la comarca se recuerda que en un lugar del monte Basabea se hundieron dos yuntas de bueyes con sus carros y sus boyeros. Apareció después un pozo que aun existe. Así surge la leyenda del basilisco del pozo

En el pueblo alavés de Caicedo se cuenta que, en el mismo sitio donde se encuentra el lago, había hace tiempo un rico caserío, que se hundió en la tierra. Sus habitantes no quisieron socorrer a una pobre mendiga y ese fue el castigo

La salida del basilisco

En Mendoza de Araba existe un barrio llamado Urrialdo que hace muchos años estaba muy poblado. Tenía numerosas casas y era un lugar próspero y rico. Un día, sin embargo, ocurrió algo que angustió y acabó con la alegría de los habitantes de Urrialdo.

Una serpiente robó un huevo de gallina y lo empolló. Llegado el momento, el huevo se rompió, y de él salió un basilisco. Tenía el tamaño de un gato, su cabeza parecía la de un gallo con dientes. Su cuerpo era de serpiente, tenía unas alas llenas de espinas y su cola era larga y puntiaguda como una lanza.

El basilisco es el animal más terrible que existe, y sus armas son sus ojos y sus dientes. La mirada del basilisco es mortal, hace que las plantas se marchiten, que los árboles se sequen y que los pájaros caigan en pleno vuelo. La única planta capaz de resistir su mirada es la “hierba de gracia” (boskoitza), que cura las heridas causadas por los dientes del basilisco. Y sólo hay dos animales capaces de vencerlo: el gallo y la comadreja. El horrible animal muere al oír el canto de un gallo o cuando la comadreja le da un mordisco. Pero los habitantes de Urrialdo no lo sabían.

El basilisco apareció un buen día en el pozo, sentado encima de un tronco que flotaba en el agua.

Leyenda del puente de la Merced (Bilbao)

La primeras visualizaciones del basilisco

Las primeras en verlo fueron dos mujeres que se acercaron a lavar la ropa.

—¿Qué es eso que hay en medio del agua? —preguntó una.—

Pues…, no sé… Yo diría que es un gallo…—respondió la otra.—

¿Un gallo en medio del agua? ¿Dónde se ha visto algo igual?

En eso, el basilisco clavó su mirada en ellas, y dos segundos más tarde estaban muertas.

El monstruo desapareció. Nadie podía explicar aquellas muertes, y el temor empezó a apoderarse de los habitantes de Urrialdo cuando, al día siguiente, apareció un hombre muerto, y luego otro,y otro…

Muertes cerca del pozo

Todas las muertes tenían lugar cerca del pozo, pero nadie había visto nada raro, así que decidieron mandar a un mozo para que vigilase. Aún no había amanecido y el joven se subió a un árbol y esperó, oculto entre las ramas. Cerca del mediodía, vio un carruaje que se acercaba por el camino del pozo. Los viajeros contemplaban el paisaje y hacían comentarios sobre las casas. En eso, se fijaron en el lago y al instante, emergiendo entre las aguas, apareció el basilisco.

Su mirada se clavó en el carruaje y, antes de que el mozo que estaba en el árbol pudiera darse cuenta de lo que ocurría, el vehículo y sus ocupantes desaparecieron. Martín se quedó con la boca abierta del asombro, se frotó los ojos creyendo que estaba soñando, miró de nuevo al lago…, pero el basilisco había desaparecido. Al enterarse de lo ocurrido, todos los habitantes de Urrialdo comenzaron a temblar de miedo.

Basilisco en estatua de piedra

No sabían cómo luchar contra un ser tan poderoso y decidieron marcharse del pueblo, porque lo más importante era seguir vivos. Sólo unos pocos se atrevieron a quedarse allí.Pero el tiempo pasaba, las casas abandonadas iban cayéndose de viejas y los que habían decidido quedarse eran cada día más pobres, porque tenían miedo a salir y encontrarse con el basilisco, y tampoco se atrevían a utilizar el agua del pozo.

Los animales andaban sueltos, tratando de encontrar comida porque sus dueños ya no se ocupaban de ellos. Cuando se acercaban al pozo para beber, aparecía el basilisco y los mataba con la mirada. Un día, un viejo gallo al que casi ya no le quedaban plumas, se acerco al pozo. El Basilisco apareció y se lo quedo mirando, pero su mirada nada podría hacer contra el viejo gallo, que también lo miro y así estuvieron durante un buen rato. Creyendo el gallo que aquel otro había ido a quitarle el puesto de jefe en el gallinero, cogió aire, hincho el pecho y canto tan fuerte como cuando era joven.

El Basilisco se convirtió en estatua de piedra, rompiéndose en varios cachos y hundiéndose en el lago.

Nunca mas se ha vuelto a ver el Basilisco en la región, pero los habitantes del pueblo, no volvieron a regresar a sus casas.

Rakel

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