Las pirámides de Egipto – Atlántida
Las pirámides de Egipto – Atlántida
El vidente estadounidense Edgar Cayce profetizó que debajo de la Esfinge de Gizeh en Egipto se encontraba un recinto secreto que albergaba una Biblioteca del pasado. Tendría documentos y objetos atlantes, provenientes de los habitantes de la Atlántida que se habrían instalado en Egipto, y que se descubriría este legado atlante a finales del siglo XX. Según Cayce, existe una cámara o pasadizo que va desde la pata delantera derecha de la Esfinge hasta la entrada a la cámara de los registros. Las pirámides de Egipto a debate
Error o acierto en las predicciones
Con el siglo XXI ya en camino, podríamos pensar que Cayce erró en su profecía, pero posiblemente eso no sea del todo cierto, las cámaras y pasadizos existen, tal como dijo el vidente, pero por alguna extraña razón, el gobierno egipcio prohíbe toda investigación en torno a la esfinge, o eso al menos es lo que nos han querido vender a los ciudadanos de a pie.
Porqué hay quien sostiene que algunas de esas cámaras ya han revelado alguno de sus secretos, entre los que sorprendentemente se encontrarían condensadores y acumuladores de energía eléctrica, fragmentos de material marciano, códigos y experimentos relacionados con el ADN y que sirvieron como base para la creación del hombre terrestre, o llaves que abren las puertas de nuevos templos aún por descubrir.
En el programa de ayer tuvimos el privilegio de contar con la presencia de Nacho Ares, y nos transportó hasta el antiguo Egipto. Durante unos minutos, todos nos vimos envueltos de pirámides, amuletos, momias y faraones. Es increíble la fascinación que Egipto suscita, y lo más curioso, no solo para aquellos que viven con los pies en el suelo, sino también para aquellos que de vez en cuando volamos mentalmente hasta más allá de las estrellas.
Origen incierto
Historia, tesoros, enigmas, maldiciones, casi todo lo relacionado con Egipto nos atrapa. Creemos conocer su historia, algunos mejor que otros, pero todo, expertos y profanos, llegamos a la misma conclusión, en realidad es más lo que se desconoce que lo que sabemos , de hecho, los expertos en la materia ni tan siquiera se ponen de acuerdo en la antigüedad de las cosas.
Nos encontramos ante una civilización de origen incierto, que construía unos majestuosos monumentos de dudoso uso, y cuya construcción nos cuesta entender incluso viéndolos con las perspectiva de la tecnología actual, y que tenían unos conocimientos del universo, de la ciencia, y sobre la vida y la muerte muy por encima de la que le supondríamos a unos antepasados tan remotos.
Mucho camino por recorrer
Y sin embargo, a mí, en particular, lo que más me maravilla de Egipto, no es lo que conocemos. Lo que fascina es lo que todavía nos queda por descubrir. Porque hubo un tiempo en que diferentes civilizaciones, muy avanzadas para la época. Me gusta creer que conectadas de algún modo entre sí, poblaban la tierra. Pueblos que a pesar de haber desaparecido hace cientos, o quizás miles de años, aún tienen muchos secretos por revelarnos, secretos que siguen esperándonos, escondidos, pero posiblemente no hasta el día en que sean descubiertos, sino hasta el día en que estemos preparados para entenderlo.
Tutankamón
Y por fin, el 26 Noviembre de 1922 sus esfuerzos de varios años dieron el resultado apetecido. La entrada a la tumba fue descubierta. Dieciséis escalones que conducían hacia las profundidades (esto dio pié a la teoría de que Tutankamón solo tenía 19 años al morir.) Tras bajar los escalones Carter se encontró en una antecámara.
Tras de él se encontraba Lord Carnavon, arqueólogo aficionado y el hombre que había suministrado el dinero para la tediosa y costosa operación de rescate. Carter se inclinó ante la puerta de granito. Una puerta maciza grabada con todo tipo de signos jeroglíficos. Bajo la puerta había una especie de rajadura por la cual podía verse hacia adentro.
Carter se inclinó con su linterna y la enfocó hacia la Tumba Real. Por varios minutos permaneció inmóvil viendo lo que acabamos de describir. Los tesoros incontables que brillaban en la oscuridad y que adquirían dimensiones propias al ser violados por la luz eléctrica.
-Bueno… ¿ves algo? -exclamó Lord Carnavon en el colmo del nerviosismo. Carter movió la cabeza afirmativamente.
-Veo cosas maravillosas… -susurró emocionado.