Contacto telefónico

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Tras unos minutos en los que el grupo sigue con su charla, en la que por supuesto Alejo apenas ha prestado atención, éste, por primera vez desde que llegó, coloca su teléfono en la mesa y se une a la conversación. Pero, tras breves instantes, el teléfono vuelve a sonar, señal inequívoca de que un nuevo mensaje alerta de la necesidad de ser leído inmediatamente por su destinatario.

Preocupación

Alejo, tras echar un primer vistazo a la nueva misiva, con rostro preocupado, se levanta inmediatamente de la mesa y sale fuera del pub. Sus amigos quedan en silencio y comienzan a especular sobre cual pudiera ser el motivo de tal reacción por parte de su amigo.

Desde la ubicación donde se encuentran Mario y compañía se puede ver, tras los cristales de una de las ventanas del pub, a Alejo en la calle haciendo gestos ostensibles con su mano a la vez que no para de hablar por su celular. Todos comienzan a entender que debe ser otra de sus típicas discusiones con su novia Laura. Y tras la intensa y acalorada discusión, Alejo pone fin a la llamada y vuelve a su asiento.

Nada más sentarse, Mario hace de portavoz del grupo y le pregunta:

Mario: ¿Era Laura?

Alejo, con rostro y tono preocupado responde:

Alejo: ¿Quién si no?

Carlos, para quitar tensión al ambiente, reacciona rápidamente y, señalando con el dedo índice al fondo del bar hacia un grupo de personas que se encuentran reunidas tomando unas cervezas, pregunta al resto del grupo:

Carlos: Mirad, ¿No es aquel que está sentando allí Damián?

Gema: Si, cierto. Damián, el rarito que vive frente a mi casa.

Adiós

Carlos y Gema, en un claro intento por alegrar a Alejo, sonríen pero éste sigue sin cambiar su rostro. Y casi sin esperar a que acaben de reír, Alejo se levanta y se despide de todos con un seco pero contundente Adiós.

El joven preocupado vuelve a su casa del mismo modo como salió, en plan autómata y con sus ojos metidos en la pantalla del teléfono móvil. Éste cruza el salón y el pasillo hasta entrar en su habitación casi sin darse cuenta que sus padres le han ido saludando por el camino.

Una vez en su dormitorio, con la luz apagada, Alejo se tumba en la cama y comienza a ver una película que tiene descargada en la memoria de su teléfono. Una hora más tarde, el joven licenciado aparece dormido con su teléfono caído en su pecho con la película aun en emisión.

Nuevo mensaje de Laura

A la mañana siguiente, Alejo despierta y se percata que su teléfono está casi sin batería. Así que se levanta, recoge el cable del cargador que se encuentra tirado en el suelo y conecta el teléfono a la toma de corriente. Inmediatamente después, observa que tiene un mensaje sin leer de Laura, su novia. Alejo, consciente de que su relación con Laura no está pasando por un buen momento, se pone algo nervioso antes de leer dicho mensaje. Finalmente, aprieta el botón y lee:

Mensaje de Laura: ¿Ves cómo cuando quieres puedes ser el chico más dulce del mundo? Gracias por no dejar que me acostara enfadada. Te amo.

¿Cómo era posible?

Alejo comenzó a recordar su discusión con Laura de esa misma noche y con cara de incredulidad deja el teléfono sobre la mesa. Definitivamente no entendía nada. ¿Cómo era posible que su novia le hubiera mandado ese mensaje si la última vez que habló con ella sus palabras de despedida no fueron precisamente de amor?, ¿Qué sentido tiene que, tras una discusión tan acalorada, Laura mandase un mensaje de reconciliación cuando no ha sucedido tal cosa?

Alejo: ¿Será pura ironía?, no, no creo porque Laura no es para nada una persona irónica. Espera, espera, ¿Y si se ha equivocado de número?, ¿Es que acaso me está engañando con otra persona? Realmente tampoco creo que sea esto porque, a pesar de que últimamente discutimos mucho, Laura nunca me ha dado motivos para sospechar de una cosa así. La voy a llamar, sí, eso haré.

Llamada a Laura

Alejo recoge el teléfono de la mesa y llama a Laura.

Alejo: ¿Laura?

Laura: Hola cariño. Gracias por volver a llamarme anoche y demostrarme que aún me amas.

Alejo, tras estas palabras de Laura, queda totalmente estupefacto. Y comienza a dudar si realmente él hizo esa llamada esa misma noche. Finalmente, prefiriendo no arriesgar a otra discusión con Laura, decide no comentar nada de su supuesto “vacío” en la memoria y solamente responde:

Alejo: Claro que te amo.

Tras unos minutos de conversación amorosa, finalmente ambos se despiden y finalizan la llamada.

Conversación extraña.

Alejo: Pero que cosa más rara. No recuerdo haber llamado anoche otra vez a Laura. ¿Tendré problemas de memoria?, en fin, lo importante es que Laura ya está otra vez de buenas conmigo.

Y tras esta deliberación, el joven se dispone a salir de su habitación. Pero justo cuando va a cerrar la puerta, el teléfono comienza a sonar de nuevo. Inmediatamente Alejo corre hacia el aparato y observa en la pantalla que es un número que no tiene guardado en la memoria de su celular pero que, gracias al prefijo de éste, advierte que es de su misma ciudad.

Alejo: Diga, ¿Quién es?

Álvaro: Buenos días, ¿Es usted Alejo García?

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Alejo: Si, señor, yo soy Alejo García.

No recordar.

Álvaro: Buenos días Alejo. Perdóneme, no le reconocí la voz desde la última vez que hablamos por teléfono. Mire, me llamo Álvaro Carrascosa, del Bufete Carrascosa Asociados. No sé si me recordará de la conversación que tuvimos hace unos días.

Alejo queda totalmente enmudecido. Y no precisamente porque lo estuviera llamando el que posiblemente es el bufete más prestigioso de la cuidad, sino porque una vez más estaba siendo consciente de un hecho que se le atribuía a él pero que no recordaba haber realizado.

Álvaro: ¿Oiga?, ¿Sigue usted ahí?

Absorto

Alejo: Si… si, sigo aquí. Pero, dígame, ¿Cuál es el motivo de su llamada?

Álvaro: Verá, le explico. Tras la conversación que tuvimos usted y yo el otro día, y después de haber estudiado todos los perfiles de las personas que han solicitado el puesto vacante en mi bufete, aunque ya sé que no posee aun la experiencia que otros de los postulantes si tienen, la verdad es que la conversación que tuve la oportunidad de tener con usted me hace ver que es una persona sobradamente preparada y con grandes conocimientos sobre el derecho. No me cabe la menor duda que usted es la persona idónea para ocupar el cargo que ha quedado vacante en mi bufete. Dígame, ¿Desea usted trabajar en Carrascosa Asociados?

Alejo: Sí… sí… claro… por supuesto.

Álvaro: Muy bien, entonces el lunes a primera hora venga usted a mi despacho y firmaremos el contrato vinculante. Que pase un buen fin de semana.

Alejo: Igualmente señor.

Y tras la despedida, Alejo comienza a saltar de alegría en su habitación.

Celebración.

Alejo: ¡Madre mía!, deja que cuente esto. Voy a trabajar en el mejor Bufete de la ciudad. ¡Por fin las cosas comienzan a salirme bien! Aunque, para ser sincero, esto de no recordar cosas me comienza a preocupar un poco. Bueno, pensándolo bien, lo de Laura si es raro, pero esto del Bufete quizás no lo recuerde debido a las tantas llamadas que he realizado en las últimas semanas. Bueno, no voy a preocuparme más. Creo que ahora no es momento de eso sino de disfrutar de la gran noticia.

Y así lo hizo. Salió de su habitación a toda prisa y fue a contarles la buena nueva a sus padres que se encontraban en la cocina.

Seguidamente volvió a su habitación y llamo a todos sus amigos para darles también la noticia. Así que, tras más de una hora de intercambio de mensajes en su grupo de whatssap, decidieron organizar una fiesta para celebrarlo.

Cita con Laura

Son las 8 p.m. y Alejo se cita con Laura en un parque de la cuidad. Alejo, como es habitual en él, llega con el celular entre sus manos y con sus dedos sin cesar de apretar los botones como si le fuera la vida en ello. A lo que Laura, antes de saludarlo, le espeta:

Laura: Por favor, deja el teléfono guardado. No empieces como siempre haces.

Alejo: Ok, ok. Ya lo guardo.

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El joven novio guarda el teléfono en su bolsillo y se sienta junto a Laura en el banco donde ésta lo estaba esperando.

Comienzan a besarse apasionadamente como si fuese su primera cita. Es obvio que, después de una época de continuas discusiones, ambos enamorados necesitaban un momento como éste para limar asperezas.

Laura: Oye, por cierto, ¿Ya te encuentras mejor de la garganta?

Alejo: ¿Cómo dices?

Sigue

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