Casino de la Arrabassada
Casino de la Arrabassada
Anoche soñé que volvía a Manderley. Estaba ante la verja de hierro. Pero no podía entrar. Entonces, me imbuyó un poder sobrenatural, y atravesé la verja. El sendero serpenteaba y se retorcía y vi que había cambiado, la naturaleza recuperaba otra vez su lugar invadiéndolo con sus tenaces dedos. El sendero se retorcía más y más. Y al final estaba Manderley. Manderley, sigilosa. Sus muros seguían perfectos. La luz de la luna, engañosa me hizo ver luz en las ventanas. Pero una nube tapó la luna como una mano sombría. La ilusión se fue con ella. Era un caparazón abandonado sin susurros del pasado. No podemos volver a Manderley. Pero yo vuelvo en sueños… a los extraños días, que empezaron en el sur de Francia.
Manderley acabó devorada por las llamas, pero a veces, aunque solo fuera en sueños, continuaba apareciéndosele a Rebeca, viva, majestuosa, al igual que Jack Torrance era capaz de tomar una copa en el bar del Hotel Oveerlok, rodeado de sus inexistentes huéspedes. Es solo cine, aunque hablemos de dos de las obras maestras de Hitchcock y Kubrik, sin embargo, en el mundo real también nos encontramos con lugares, antaño llenos de lujo y esplendor, que por diversas circunstancias ahora no son más que una sombra, una sombra tenebrosa que en nada recuerdan a sus días pasados. Uno de esos lugares es, el Casino de la Arrabassada.
En 1899 se construyó el Gran Hotel de la Arrabassada, en Sant Cugat del Vallés, que se amplió en 1911 con la construcción de un casino y una zona de atracciones. Fue una obra faraónica que contó con un presupuesto de 2,5 millones de pesetas, insólito en la época. Más de 300 invitados asistieron a su inauguración el 15 de julio de 1911.
Este majestuoso casino fue el símbolo del lujo de una ciudad en plena expansión económica. No le faltaba de nada, parque de atracciones, restaurante con amplios comedores y chefs venidos de París, orquesta, hotel con habitaciones de lujo, salones recreativos, oratorio público, y grandiosos jardines con vegetación exótica procedente de diversos lugares del planeta.
Los folletos de la época hacían la siguiente propaganda:
“Establecimiento de primer orden, a 400 metros sobre el nivel del mar y rodeado de frondosos bosques. La situación topográfica, desde el punto de vista pintoresco y sano, no tiene rival en Europa. Hospedaje desde 8 pesetas sin desayuno. Restaurante a la carta y cubiertos desde 5 pesetas.”
El Casino consiguió un gran renombre como centro de juego de la ruleta, donde se perdieron grandes fortunas, y según cuenta la leyenda, algunas vidas.
Su declive comenzó a perfilarse en 1912 cuando el gobernador prohibió el juego, lo que provocó la quiebra de la sociedad al cabo de un año. El complejo siguió funcionando como hotel, restaurante y parque de atracciones. Cogió un cierto impulso con motivo de la Exposición Internacional de 1929, pero el general Primo de Rivera volvió a prohibir el juego ese mismo año, lo que provocó el cierre progresivo de todas las actividades hasta que en 1930 se clausuraba definitivamente el restaurante.
Entonces el edificio se fue deteriorando y durante la guerra civil española se utilizó primero, como refugio contra los bombardeos y después como cuartel. Las instalaciones se derribaron en el año 1940 y hoy sólo quedan en pie restos de paredes y columnas, algunas habitaciones medio destruidas, esculturas escondidas entre la vegetación, entradas y túneles, fosas cerradas con hierro forjado, arcos, fuentes, fragmentos enteros de escalinatas y otros pequeños rincones, como esa habitación, sin identificar, que cuentan llamaban la habitación de los suicidios, ya que allí, acababan con su vida, aquellos que antes habían acabado con su fortuna en la ruleta o mesas de naipes.
El antaño lujoso hotel, actualmente está habitado solo por algún que otro ocupa ocasional, pero a menudo acuden a él grupos de amantes de lo paranormal, en busca de alguna presencia que aún quede entre sus paredes o para localizar a la tan nombrada habitación de los suicidios.
No son muchos los resultados que se han obtenido, posiblemente el lugar no sea más que un lugar de leyenda, un lugar en lo que quizás lo único que permanezca sean los suspiros de aquellos que se alojaron en el amparados en el esplendor de su riqueza o las lágrimas de los que perdieron su fortuna en el juego, y también puede ser que la famosa habitación nunca haya existido, los casinos están siempre llenos de leyendas urbanas, pudieran ser tantas cosas, que lo mejor es seguir visitándolo regularmente, y albergar la esperanza de que al igual que Manderley algún día podamos ver al Casino de la Arrabassada, con sus muros, sus salones, su parque de atracciones y su esplendor intactos, aunque solo sea un sueño.
– Sr. Hallorann, ¿le tiene miedo a este lugar?
– Aquí no le tengo miedo a nada. Es sólo que algunos sitios son como las personas. Algunos resplandecen y otros no. Supongo que el hotel Overlook tiene algo parecido a un resplandor.
– ¿Hay alguien malo aquí?
– Verás, cuando algo pasa quedan huellas. Es como el olor a quemado. Y tal vez cosas que han pasado dejan otro tipo de huellas. No cosas que la gente advierta pero cosas que los que “resplandecen” sí ven. Como también pueden ver cosas que aún no han pasado y cosas que ocurrieron hace mucho tiempo.
(De la película El Resplandor)
http://www.ivoox.com/narradores-del-misterio-t3-x-20-5-de-audios-mp3_rf_10336512_1.html