Basajaun, el Señor del Bosque.

Dentro de la mitología vasca existe un genio llamado Basajaun o el Señor del Bosque, también se le ha llegado a llamar el ‘Yeti vasco’. El mito procede de una época anterior a la invasión romana en la península. Le describen con aspecto similar a los humanos, su cabellera llegaría a las rodillas, barba larga, cabello abundante que cubre su pecho, vientre y rostro, uno de sus pies tiene forma humana, el otro tiene forma circular como una gran pezuña.

Habita lejos de la mirada de curiosos, en oscuras cuevas en lo más profundo del bosque. Es el protector de la naturaleza, especialmente de los rebaños, a quienes avisa con enormes silbidos la llegada de tormentas o depredadores, así los pastores los pueden poner a salvo. Se le atribuye una compañera, Basandere.

Se dice que cuando los pastores escuchaban los cencerros de las ovejas al unísono, eso quería decir que el Basajaun estaba cerca y protegería a su rebaño esa noche. Lo único que pedía a cambio era un trozo de pan, el cual recogía cuando el pastor no estuviera acompañando al rebaño.

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San Martinico

También se cuenta que fue el primer agricultor y que realizó varios inventos que mejoraron la vida del ser humano. San Martinico era un joven muy astuto, que consiguió descubrir los secretos del Señor del Bosque y transmitió esos descubrimientos a los seres humanos.

Hasta el momento, no sabían como sembrar el maíz, un día escuchó cantar al Basajaun en su cueva esta canción: ‘Si los hombres supieran esta canción, bien se aprovecharían de ella: Al brotar la hoja siémbrese el maíz, al caer la hoja siémbrese el trigo y por San Lorenzo siémbrese el nabo” y así descubrió como debían hacerlo.

En otra ocasión se le ocurrió, que debía averiguar como fabricar una sierra, así que propagó el rumor de que su señor sabía como fabricarla, cuando el  Señor del Bosque se enteró del rumor fue a buscarlo y le dijo: ‘¿Acaso tu señor ha visto la hoja del castaño?’, San Martinico respondió: ‘No la ha visto, pero la verá.’, entonces se inspiró en la hoja de castaño para fabricar la sierra. El Basajaun se enfureció tanto que quería inutilizar la herramienta, así que pensó que doblando los dientes lo conseguiría y sin imaginarlo, la mejoró.

Así que San Martinico utilizó la misma táctica de la sierra, para averiguar los secretos de la soldadura y el resultado fue el mismo. Como tenía un molino de roble que no aguantaba mucho, lo contrario que el del Basajaun, así que utilizó la misma táctica y también consiguió averiguar su secreto.

Al conjuntar la sabiduría del Basajaun y  la astucia del joven, los campesinos aprendieron e incorporaron sus técnicas en su trabajo diario.

¿Realidad o ficción?

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Redacción NDM

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