Antes de dormir

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Me paré de incorporé de golpe, sin dar crédito alguno a lo que me había dicho, la miré con el ceño fruncido y le dije,

-Lucy, hija mía, basta por favor. Basta ya de sinsentidos. ¡Basta! Me estás haciendo mucho daño con todo esto. No sé de donde, ni quien pudo decirte lo de Diane, pero están equivocados, lo que a ella le ocurrió fue solo un triste accidente mientras dormía, nada más. Su cuerpo estaba débil al no poder descansar bien y un día amaneció sin vida.

No puedes jugar con eso Lucy. Respeta su recuerdo. Respétame a mí que soy tu madre y detén tus tonterías.

Nada de lo que dices tiene sentido hija. Por favor déjalo ya.

Te traeré un poco de leche para que recuperes el calor y luego deberás meditar acerca de lo que te dije, y ni una palabra más acerca de esto, ¿oíste bien?

-Pero mami, por favor…por favor, debes creerme…Diane dijo que…

Tomé mis cosas, cerré la puerta de golpe, y dejé la casa con la clara intención de dejar atrás aquel funesto y aciago incidente.

Caminé sin rumbo por horas y horas, preguntándome una y otra vez que es lo que había de haber hecho yo para merecer tamaña desdicha.

Repetidamente visualizaba lo que había sucedido con Diane. Las innumerables visitas al doctor, los somníferos y las interminables horas que pasé junto a su cama consolándola a raíz de sus horrendas pesadillas.

Los vecinos estaban al tanto de lo que ocurría en casa, porque en muchas ocasiones llegaron a tocar mi puerta para averiguar si todo estaba bien. Todo a causa de los gritos que daba Diane en medio de la noche.

Por supuesto que deben haber sido ellos, me dije. Ellos debieron haberle contado estúpidas historias a Lucy mientras juega en el parque, esa ha de ser la razón lógica para tal disparatada narración de mi pequeña. Esa ha de ser.

Sacudí mi cabeza y emprendí el rumbo de regreso a casa.

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