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Almas en venta

Todos conocemos las historias y leyendas sobre la venta del alma al diablo, siempre para conseguir fama, dinero, placeres sexuales y poder. Algunas de ellas incluso nos cuentan como, en el último momento, el sujeto que ofrece su alma llega a burlar al mismo maligno.

Pero que tiene el alma humana que es tan atractiva para el diablo? Sí partimos de la base que en nosotros reside el bien y el mal, la luz y la oscuridad, y que de nosotros depende el potenciar una u otra opción, mi conclusión es que la luz, que necesita de la oscuridad para existir, tiende por su propia naturaleza a ser más fuerte que su otra cara de la moneda. Por eso la maldad necesita de trucos, tentaciones y distracciones para atraernos hacia ella. Todos en un momento dado podemos convertirnos en un monstruo, sólo se necesitan las condiciones adecuadas.

Mucho se habla del alma blanca y pura de los niños, pero…quien no ha visto a un crío pisotear alegremente a una hormiga? Ese mismo niño que horas antes nos tocaba el alma ¡con la más hermosa de las sonrisas!

Enigmas de siempre. El peso del alma

Cuando hablamos de una persona que no es capaz de dar ni recibir amor, hablamos de un alma negra. Cuando alguien no sabe hacia dónde va, alguien que ha perdido el rumbo en la vida, hablamos de un alma perdida. Y cuando alguien no siente empatía hacia sus semejantes, no tiene compasión, decimos que es un desalmado. Es entonces el amor la base del alma? Yo entiendo que los sentimientos hacen que tengamos alma.

Siempre a existido la violencia en el mundo, pero parece que toda nuestra presunta civilización, toda la tecnología actual, nos lleva a una deshumanización de las personas. Cada vez nos cuesta más tener relaciones personales, cada vez perdonamos menos y exigimos más, cada vez valoramos más nuestras conquistas materiales en detrimento de el cultivo del alma.

La solidaridad en las redes sociales nos resulta muy fácil y acalla nuestra conciencia pero ¿cuantos estamos dispuestos a dar algo más, algo que implique un esfuerzo personal?

Incluso en nuestras relaciones familiares parece que no encontramos el momento para reunirnos, para escuchar, para compartir. Lo vamos postergando y al final abandonamos lo que realmente nos llena, o debería llenarnos, por cosas que nos producen un placer efímero, o que simplemente nos distraen la mente, lo que hace que se convierta en un pez que se muerde la cola.

Nuestra alma se va empobreciendo porque no tenemos relaciones reales y cada vez nos encerramos más y más en nosotros mismos. Definitivamente parece que la oscuridad está ganando la batalla, aislándonos unos de otros, creándonos necesidades ficticias, alimentando nuestro ego con basura que al final, lo único que te deja es un vacío, en el alma, como no!

Silvia Rossi

Diferentes tipos de almas

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