Poco después de su coronación intentó restablecer la plena autoridad regia frente a la tiranía ejercida por los sacerdotes de Amón. Para ello, emprendió una profunda reforma religiosa de tendencia monoteísta, centrada en la imposición del culto al dios Sol (Atón) en sustitución de Amón y de las demás divinidades egipcias. La nueva religión se basaba en la expresión de gratitud hacia la deidad solar, que con su calor daba vida a todos los hombres y animales. En 1374 a.C., el faraón decidió cambiar su nombre, Amenhotep, por el de Akenaton, el rey hereje.

Faraón hereje

El considerado Faraón hereje, fue tan polémico y revolucionario en vida, que una vez muerto, todo por lo que luchó fue destruido y sepultado, siendo su nombre, y el de los que lo rodearon, borrados de la historia por más de 3.200 años.

El reinado de Akenatón comienza en el año c. 1.353 a.C., a la muerte de su padre, Amenhotep,  quien en sus 39 años de gobierno había llevado al Imperio Egipcio a la cima de la prosperidad económica y artística, llegando a obtener inmenso respeto internacional de sus vecinos y convirtiéndose en el país más poderoso y estable del momento.

Entre los cambios que Akenaton efectuó en el imperio, sin duda el más polémico fue el de la religión, pero no tanto por convertir una religión politeísta de alrededor de 190 dioses, a una monoteísta, con un único Dios, Atón, un dios que además era misericordioso y amaba a los hombres, algo desconocido hasta entonces, sino también por la persecución sobre las instituciones religiosas, infinitamente ricas y poderosas.

Ataques de los sacerdotes

El faraón, por supuesto, sufrió intensos ataques de los sacerdotes desesperados por mantener su statu quo. Él se alejó de ellos, construyéndose una nueva ciudad capital, a la que trasladaría a toda la corte y a sus cortesanos, dejando a la ahora, antigua capital espiritual de Tebas, en el olvido. Esa nueva ciudad se conoce como Amarna. Y para enfatizar aún más su resolución, se cambia de nombre, de Amenhotep IV, que significa Amón está satisfecho, a Akenatón, que se puede traducir como el adorador de Atón.

Al momento de heredar, el faraón Akenatón, contrae matrimonio con la bellísima Nefertiti. Seguramente era familia cercana, ya que según las costumbres, los faraones se casaban con sus primas, hermanas. Incluso se casavan con sus propias madres o hijas, de ser necesario, para mantener la línea sucesión muy unida. Así se evita la llegada de otras familias advenedizas que pudieran complicar la autocrática forma de gobernar.

Nefertiti

La historia de Nefertiti se diluye rápidamente. Se desconoce si es porque solo engendraba hijas, y por esos tuvo que ser sustituida. Tal vez fue porque murió prematuramente, sin haber conseguido dar al Faraón el ansiado heredero. Este privilegio finalmente recayó en Tutankamos, de efímero reinado, pero famoso gracias a los valiosos tesoros descubiertos en su tumba.

Pero más allá de la historia oficial, algunos han querido ir más allá en la historia de Akenaton. Lo han intentado relacionar con un pasado y origen extraterrestre. Entre otras cosas barajan la posibilidad a todo cuanto le rodeaba ¿Ovni?.  Al mismo tiempo, su peculiar físico también ha causado cierta controversia. Al contrario que el resto de sus predecesores, que ordenaban que se les representara con físico atlético, espaldas anchas y cintura estrecha, Akenaton prefería que se le representara tal como era, cuerpo estrecho, vientre abultado y extremidades largas y delgadas, y por supuesto, mención aparte, su cráneo.

Cráneo en forma de pepino

Cuando su tumba fue descubierta,  la teoría de  que el cráneo hubiera sido deformado en la infancia fue descartada rápidamente dado. Además, hay que decir que su mujer Nefertiti y sus hijos también tenían el cráneo en forma de pepino. Esto da pie a que algunos piensen que un ADN extraterrestre se pudo infiltrar en los diferentes linajes del imperio egipcio.

El reinado de Akenatón desapareció de forma misteriosa, se desconoce la causa de su muerte y no se descarta que fuera asesinado, algunas de sus  hijas también murieron en extrañas circunstancias, y en cuanto al heredero, Tutankamón, la causa de su muerte lleva años investigándose. Lo único cierto en toda esta historia, es que tras  su muerte se destruyó la capital que había fundado, se abandonó al dios Atón y se destruyeron muchos monumentos, además de todos los papiros y documentos de su reinado, como si por alguna razón, Egipto hubiera deseado que Akenaton, el rey hereje,  nunca hubiera existido.

“En prueba de mi devoción a Aton, he resuelto cambiar mi nombre y llamarme en lo sucesivo AKENATON “El que vive de la Verdad”, en honor al dios uno”.

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Fran González

 

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