Zombies ¿mito, leyenda, ficción o realidad?
Zombies ¿mito, leyenda, ficción o realidad?
Nos bombardean cinematográficamente hablando de legiones de muertos vivientes que nos atacan y nos convierten en uno de ellos; acaban con la humanidad dejando un puñado de marionetas desmembradas y podridas. Pero ni los directores ni los guionistas explican cual es el origen real del muerto viviente. ¿Por la propagación de un virus? ¿Manipulación genética fallida? ¿Contaminación química? Los zombies a debate.
En pleno siglo XXI creer en muertos vivientes prácticamente es de locos pero la realidad es muy distinta si indagamos en la historia real de los zombis. Y esta historia se esconde en las entrañas de un pequeño y humilde pueblo africano llamado Haití. Para los haitianos los zombis son personas que después de muertas y enterradas se encuentran descansando en el mundo de los muertos pero vuelven a caminar en el mundo de los vivos gracias a los “BOKORS” o Magos Negros Haitianos (Brujos Vudú).
Haití, este país caribeño, es el único que recoge en su código penal el castigo contra la zombificación. El artículo 246 recoge como intento de asesinato a la inducción en una persona ya sea por envenenamiento o por utilizar sustancias que provoque un estado letárgico similar a la muerte. Y pasa a ser un asesinato si la persona ha sido enterrada y después exhumada con vida.
El origen de las prácticas de zombificación tiene sus comienzos entre el siglo XVII y siglo XVIII, cuando los esclavos africanos trabajaban, hasta la muerte, en las plantaciones de azúcar.
En los años 80 Wade Davis, etnobotánico, hizo el mejor estudio sobre los zombies y lo recogió en el libro “El Misterio Zombie”. Entre sus páginas da a conocer casos de zombies, técnicas, drogas usadas por los bokors, para conseguir la catalepsia temporal en sus víctimas y profundiza más a fondo en los aspectos farmacológicos y antropológicos. Según la tesis de Davis podía existir un medicamento que mantuviera a los pacientes con las constantes vitales mínimas sin llegar a matarlos. Esto revolucionó de tal manera que tenía partidarios y detractores en la comunidad científica. Y ya ni contamos que podría ser la gallinita de los huevos de oros para las farmacéuticas que serían una de las primeras interesadas.
Hasta el director de cine Wes Craven se inspiro en el libro de Davis para su película “La Serpiente y El Arco Iris”. En esta película trata, en parte, las experiencias vividas por Davis en Haití durante su investigación. Yo la he visto y la recomiendo.
Según Davis y sus patrocinadores lejos de creer en hechizos, fórmulas, brebajes, etc. creían en un anestésico que limita las constantes vitales del cuerpo hasta una “muerte aparente“, imposible de detectar por un médico, y un antídoto que permitiera “revivir“ al “muerto“, provocándole una amnesia permanente y un estado alucinatorio constante y convierte al esclavo en dócil, sumiso y obediente, el famoso “polvo zombie”.
Y sí, el “polvo zombie” al parecer existe o existió. Es un compuesto elaborado a partir de un sin fin de productos de origen vegetal, animal y humano que, mezclados en su exacta proporción es el veneno perfecto para los brujos vudú.
El principal elemento es la tetradotoxina que se encuentra en el pez-globo es el veneno, de origen animal, más potente que existe. Es 1200 veces más potente que el cianuro (en un sólo pez hay suficiente para matar a 30 hombres adultos). La piel de la rana común (Bufo bufo) también puede ser letal. Tiene efectos alucinógenos, vasoconstrictores y epileptogénicos. Y a todo esto le añadimos extractos de plantas, huesos humanos, tarántulas, etc. forman parte de ese polvo zombie.
Los métodos usados por un brujo para “crear” un zombie son:
Primer paso:
– Administrar el veneno en la comida.
– Frotar el veneno sobre las piel de la víctima.
-Espolvorear el veneno alrededor de la casa de la víctima, al caminar descalza absorbe por la planta de los pies el polvo venenoso o puede respirarlo cuando levanta polvo al barrer.
Segundo paso:
“Mata” a la víctima y después la desentierra rápidamente antes de que muera asfixiado. (en Haití los enterramientos hay que realizarlos rápido ya que a consecuencia del calor y la humedad el proceso de descomposición se acelera).
Tercer paso:
Una vez desenterrado el brujo le da a comer Datura (Datura Stramonium), también conocida como Toloache (estramonio, planta tóxica en dosis altas).
El Toloache o Datura puede ser un potente psicoactivo si se administra en la dosis correcta o puede ser un veneno letal si se suministra en dosis incorrecta. Esta sustancia rompe con la realidad de la víctima enloqueciéndola y borrando todos sus recuerdos, permanece en un delirio psicótico semiconsciente. Se le vuelve a suministrar Datura cuando da señales de que empieza a recuperar sus sentidos y se le mata (realmente) cuando es demasiado viejo para trabajar.
Los casos más conocidos de zombies son los de Clairvius Narcisse y Felicia Felix Mentor.
– Clairvius Narcisse murió en 1962. Ingresó en el hospital un martes con nauseas, mareos, tos y respiraba con dificultad. Al día siguiente murió. Su muerte fue certificada por tres médicos de dicho hospital.
Narcisse fue enterrado pero en 1980 (18 años después) Clarvius Narcisse apareció en su antigua casa VIVO.
Narcisse conservaba algo de lucidez y pudo explicar cómo había estado consciente durante todo el tiempo que duró su muerte y entierro. Escuchó a los médicos certificar su defunción, sintió la sábana cayendo sobre su cara, oyó a su hermana llorar. Incluso conservaba una herida en la cara causada por un clavo que atravesó la tapa del ataúd arañandosela. Por último el silencio y la oscuridad del cementerio.
Pudo escuchar al bokor llamarlo por su nombre. Lo desenterró y lo golpeó, después lo llevaron a una plantación de azúcar. Después de morir su amo, todos los esclavos-zombies escaparon vagando sin rumbo por la isla.
– Felicia Felix Mentor apareció en octubre de 1936 desnuda caminando por el borde de una carretera. Al parecer se dirigía a casa de su hermano. A causa del estado físico que presentaba la llevaron al hospital, allí sus familiares pudieron reconocerla. Pero Felicia había fallecido en 1907, hacía 29 años según el certificado de defunción (murió de una repentina enfermedad). Había perdido por completo la facultad del hablar y cada vez que alguien se le acercaba se escondía como si le tuviera miedo. Ver a esta mujer era un espectáculo dantesco. Su cara era inexpresiva, lívida y sus ojos estaban muertos. Las pestañas y los párpados eran de color blanco. No se le podía decir nada, ni obtener nada de ella; sólo se la podía mirar. Aquello no era una mujer, era un despojo humano. La habían convertido en un despojo humano.
A veces nos topamos con historias que nos sobrecoge y en los lugares más recónditos del planeta nos encontramos con que la ficción es una cruel realidad creada por el ser humano para acabar con el ser humano.