Julio Verne ¿visionario, profeta o glándula pineal activada?

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Julio Verne ¿visionario, profeta o glándula pineal activada?

Hace poco he tenido la suerte de ser entrevistada por Chus Sánchez en su programa radiofónico Leer para creer.

Quiso contar conmigo para hablar sobre el gran maestro Julio Verne, sobre sus obras; sobre sus «premoniciones» o «imaginación desmedida»; su enigmática tumba diseñada por él mismo y de la que se cuenta entre otras muchas cosas, que sus restos mortales, no están allí; sobre la quema poco antes de morir de más de 4.000 criptogramas, anagramas, etc. donde escondía las claves de muchos interrogantes de sus novelas.

Un programa que se nos hizo ameno y corto a las dos y en el que Chus me preguntó si como escritora, Julio Verne me había influenciado:

«Claro que me influenció»—le respondí—, no solo por haber formado parte de las lecturas de mi adolescencia y juventud, sino por el hecho de compartir con él las premoniciones, esa visión hacia un futuro que todavía está por llegar. De hecho las primeras palabras de mi novela; su prólogo comienza así:

«Si usted ha decidido voluntariamente seguir adelante con mi relato. Si usted tiene una mentalidad abierta como en su día Julio Verne la tuvo, aunque lo consideraran loco o demasiado fantasioso para su época.

Bienvenido. Mi relato comienza así:

Julio Verne, de origen Francés (1828-1905) abogado por obligación y escritor por devoción, en pleno siglo XIX tuvo que vérselas con esa crítica feroz que tilda de locura o imaginación desmedida a aquellas personas adelantadas a su tiempo. Él, utilizando su sagacidad, escribió en uno de los muchos artículos que confeccionaba lo siguiente:

«Lo que un hombre puede imaginar, otro lo puede realizar»

Yo no pretendo igualarme al gran maestro—Dios me libre—, pero sí siento a veces la presión, que ejerce «el medio», un sector voraz y crítico que simplemente desmienten lo que a otras personas nos ocurre: la Premonición.

Continua

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