Relato de miedo
Como cada mañana, bajaba a la primera planta, para abrir las ventanas. Hacía calor, en pleno mes de julio, estaban cerradas desde la noche anterior y se notaba el bochorno. Estaba todo a oscuras algo normal a las 7:30 de la mañana. Justo cuando iba a cruzar el umbral de la puerta de la cocina para salir al pasillo, lo sentí. Os paso a contar un relato de miedo.
– ¿Por qué tengo miedo? -Hace años que no lo sentía desde que era una niña. Recordé que cuando era pequeña y necesitaba ir al baño por la noche tenía que encender todas las luces del pasillo para poder recorrerlo hasta el baño, lo peor venía después, cuando iba apagando una a una las luces y lo único que hacía era mirar hacía atrás. Algo iba detrás mía.
Oscuridad
Pense de repente:
- ¿Qué pasa aquí? No me atrevo a salir de la cocina, tengo que encender la luz y el pasillo esta oscuro y me esta poniendo muy nerviosa la oscuridad, no me gusta, esta densa. – mire a ambos lados. Al final me atreví y fui corriendo hasta el principio del pasillo. Encendí la primera luz y me asome al salón principal todo estaba como lo dejamos la noche anterior.
Aquí esta todo tranquilo, no siento nada raro, lo malo es el resto del pasillo, sigue sin gustarme, me late muy rápido el corazón. -vigilaba mi espalda mirando hacia atrás. Corrí hasta la siguiente luz y la encendí, mire de reojo al baño y encendí también la luz. Me incomodaba toda esa situación.
Más pensamientos
¿Qué hago encendiendo todas las luces como cuando era pequeña? Es imposible que tenga tanto miedo. ¿Qué esta pasando? – Seguí recorriendo el pasillo hasta el dormitorio de mi abuela, allí el ambiente era diferente me sentí más tranquila pero aún así no me apetecía mucho ir a la última habitación, esa habitación. Mientras me iba acercando mi corazón latía mucho más rápido, como si se me fuera a salir del pecho.
Ojala no tuviera que entrar. ¿ pero bueno? No puedo tener este miedo, es imposible, esto solo me pasaba de niña y ya no soy una niña. – pensaba mientras me acercaba a la luz de la habitación. Cuando la encendí recorrí con la mirada el cuarto, estaba todo tranquilo, menos yo. Seguía con la inquietud y no me fiaba de lo que había allí.
Vigilar la espalda
A pesar de todo volví a la cocina apagando todas las luces pero vigilando mi espalda igual que hacía cuando niña. Intenté no pensar en ello. Empecé a preparar el café, a recoger los platos de la cena y a limpiar la mesa.
La mesa queda justo pegada a la puerta de la cocina, estaba secándola cuando escuché de repente esos pasos. Eran los mismos, no he podido olvidar ese sonido, cuando miro hacia la puerta veo solamente medio cuerpo corriendo por el pasillo, hacia el salón principal. Los zapatos eran los que él siempre usaba en verano y el pantalón gris claro que le gustaba.
- ¿Por qué corre? ¿Por qué no quiere que le vea? Es inevitable no escuchar sus pasos, siempre resuenan en toda la casa, de día y de noche. Y ese olor a tabaco y alcohol, es imposible olvidarlo.-
Pudo ver el espectro
Salí al pasillo para ver hacia donde iba y a la altura de la mesa del televisor desapareció. Fue cuestión de segundos pero pude verlo muy claramente. Era él, era mi padre; murió hace unos 7 años y sigue aquí, no nos deja, no se marcha. Nos atormentaba en vida y quiere seguir atormentándonos desde el otro lado. El miedo que sentí desapareció.
Mi madre y yo estuvimos toda la mañana fuera, cuando regresamos al mediodía, la tensión era palpable en el ambiente, estaba incomodísima, prepare el almuerzo y una de las veces que salí de la cocina vi como se abría la puerta del mueble del televisor. Me quedé helada, recordé que justo hay fue donde vi desaparecer a mi padre esa misma mañana. Me acerque a la puerta y la cerré como si nada para que mi madre no se diera cuenta de lo que acababa de suceder.
Puerta que se abre sola
Cuando mi madre se fue a descansar yo me quedé sola en el salón y empecé a comprobar la puerta.
El mueble es antiguo y la puerta se cierra con un imán. Hay que tirar del tirador con cierta fuerza para poder abrirla. Comprobé que las carpetas no se habían resbalado y que las botellas estuvieran todas en el mismo lugar.
- Esta puerta no se puede abrir sola. Hace años que no se abre y de golpe y porrazo lo hace. Tengo que tirar fuerte para hacerlo y sola no termina de abrirse de par en par. El ventilador no ha sido esta detrás de la puerta, en todo caso se cerraría con el aire. Estas carpetas siguen en su sitio. Dios, ¿por qué no me dices de una vez lo que quieres y nos dejas en paz? Estoy harta de ti!!! – Estoy cansada de sus señales y sigo sin saber que quiere de mi. La puerta no se ha vuelto a abrir pero él seguirá aquí para la eternidad.
El día fue muy largo y cuando me acosté, al instante supe que no estaba sola en mi habitación. Su figura estaba a los pies de mi cama, vigilándome.
Buenas Noches y Dulces Sueños!!!
Rosa María Roldán