El Romero y sus propiedades mágicas
El Romero y sus propiedades mágicas
“De las propiedades del romero se puede escribir un libro entero”, dice el refranero popular. Su nombre viene del latín Salvia rosmarinus, Rocío del mar ya que crece en las zonas costeras.
Leyenda
Una leyenda dice que la virgen María en su huida de Egipto, perdió el manto azul que siempre llevaba encima, yendo este a caer encima de un arbusto. Al tocar el manto la planta, esta se cubrió de pequeñas flores azules y así nació el Romero tal y como lo conocemos.
En la historia
El Romero, en la antigua Grecia, estaba consagrado a la diosa Afrodita ya que se creía que tenía poderes afrodisiacos y los estudiantes se solían poner una corona hecha con dicha hierba para reforzar su memoria durante los exámenes.
Esta planta extensamente expandida por la zona del mediterráneo, es originaria de Asia. Desde la antigüedad ha sido considerada una planta sagrada, utilizándose como sustituto del incienso. Tanto en Grecia como en el Imperio Romano simbolizaba el amor y la regeneración. Lo utilizaban para adornar las estatuas de los dioses y las novias llevaban coronas con ramas de romero fresco trenzadas adornando sus cabezas.
Utilidades
El romero se sigue utilizando en diversos rituales, puesto que al quemarse, emite unas poderosas vibraciones limpiadoras y purificadoras, eliminando así las energías negativas. Para una limpieza energética personal añadir al agua del baño una infusión de romero. Si se pone bajo la almohada, proporciona sueños apacibles, sin pesadillas.
En adivinación se utiliza quemándolo sobre un carboncillo y aspirando el humo, para así obtener respuesta a la pregunta formulada.
Colgando unas ramas en la puerta, proporciona protección.
Aquí os dejo una infusión afrodisíaca para compartir:
- Una pizca de romero fresco.
- Dos pizcas de tomillo.
- Dos cucharaditas de té negro.
- Tres hojas de menta fresca o 1/2 cucharadita de hojas secas.
- Cinco pétalos de de rosa o una cucharadita de pétalos secos.
- Tres pizcas de nuez moscada.
- Tres trozos de cáscara de naranja
Dejar reposar al menos tres minutos y… ¡ya me contareis!