La magia y la religión
La magia y la religión
La línea que separa históricamente la magia y la religión es muy tenue. En cierto modo podemos decir que la religión es una forma de magia oficial. La magia nace para darnos una explicación sobre el Universo, y empieza siendo la intermediaria entre el pensamientos científico y el pensamiento religioso.
De hecho las doctrinas de la magia están fundadas en la fe, el poder del espíritu y las fuerzas invisiblese irracionales. Si nos leemos detenidamente la Biblia, nos encontraremos sus páginas repletas con relatos de profetas y magos, por lo que podríamos decir que la religión se convierte en la magia oficial.
Por supuesto, la religión desdeña la magia y todas sus creencias y prácticas, puesto que se convierte en su competidora, ya que ésta absorbe y adapta las antiguas creencias paganas a su conveniencia. Los seres espirituales los reagrupa, dividiéndolos en ángeles o demonios, así como adapta a las antiguas deidades paganas en santos, imagino que para no perder adeptos, ya que estaban muy enraizados en la población.
Así los santos conservaron sus poderes espirituales, y la religión se vio obligada también a adaptar los ritos, (incluidas las fechas), así como los símbolos, pentáculos y talismanes.
Podemos poner cómo ejemplos de simbología prestada la Cornucopia, ese cuerno repleto de frutas y flores, que simboliza el Paraíso terrenal, la abundancia de Dios y la profusión de los dones divinos. Pero el Cuerno de la abundancia ya existía en la mitología griega. Se trata de Zeus, cuando recién nacido, lo envían al monte Ida, en Creta, para escapar de la voracidad de su padre, Cronos. Como Zeus ya era un poco bruto de pequeñito, jugando con una de sus amas de cría, Amaltea, deidad con forma de cabra, le rompe un cuerno, empieza a surgir de este toda clase de frutas y alimentos.
En todo caso la simbología está muy clara: la generosidad de los dioses.
Es curioso que las mismas plantas que la magia considera con propiedades útiles para rituales de limpieza, protección, curación o simplemente para atraer fortuna o amor, son las mismas que se siguen utilizando en los ritos religiosos de diversa índole, y con el mismo fin. Por ejemplo el Laurel, que en la simbología cristiana representa la victoria y la inmortalidad, la eternidad, la castidad, y se utiliza como tributo a los mártires.
Pero si miramos al mundo clásico, ya los romanos lo utilizaban como símbolo de victoria, coronando con unas ramas trenzadas a sus generales victoriosos y emperadores, y en la antigua Grecia las novias también tocaban sus cabellos con laurel, simbolizando su pureza.
En cuanto a las fechas, no existen fechas más mágicas que las que nos marca la religión. Empezando por la Semana Santa, que inicia en la primera luna llena de primavera, o el nacimiento de Jesús, en pleno solsticio de invierno, fecha clave en todas las culturas paganas. Sin olvidar la festividad de de la Asunción de la virgen María, el 15 de agosto, que no es otra cosa que la adaptación a la fiesta de la cosecha.
Una cosa que la gente identifica como muy católica es el tema de los exorcismos, que curiosamente han aumentado en estos últimos tiempos. Pero la verdad es que exorcismos han existido siempre, en todas las culturas y religiones, para expulsar los demonios o malos espíritus de la persona presuntamente poseída. Y en todas se utilizan rezos, simbología y hierbas e inciensos similares, por no decir idénticos. En realidad la palabra exorcismo deriva del griego exorkismos, que significa fuera de juramento. Someter a juramento del Universo a las entidades del mal que habitan ese cuerpo. Se sabe que en la antigua Babilonia ya se hacían exorcismos, rituales de magia al fin y al cabo.
La Iglesia católica es muy clara respecto a la magia: «Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas, y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo –aunque sea para curar–, son gravemente contrarias a la virtud de la religión». Esta claro que quieren la exclusividad.