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Templo de Debod. Un Trozo de Egipto en el corazón de Madrid

¡Soldados, 40 siglos de historia os contemplan! “Napoleón ante la pirámide de Giza”

Cae la tarde, el Dios Ra que durante el día ha efectuado su viaje de este a oeste en perfecta conjunción con el templo se despide, al tiempo que la luz artificial ilumina las piedras para seguir acompañándonos en un viaje al pasado, a un algún lugar a las orillas del rio Nilo, sin embargo no estamos en Egipto, nos encontramos en pleno corazón de Madrid, estamos, en el Templo de Debod.

Este templo, un regalo de Egipto a España allá por el año 1.968 en compensación por la ayuda española tras el llamamiento internacional, realizado por la Unesco, para salvar los templos de Nubia en peligro de desaparición, debido a la construcción de la presa de Asuam, fue restaurado y montado piedra a piedra donde antes estuvo el Cuartel de la Montaña, un lugar marcado por el drama y la tragedia durante una guerra que nunca debió de existir, aunque eso, eso es otra historia.

El mundo funerario en el antiguo Egipto.

Cuenta la leyenda, que en el lugar donde la Diosa Isis, en su peregrinar por la tierra bajo apariencia humana sintió sus primeros dolores de parto, que le anunciaban el inminente nacimiento de Horus, en lo que posteriormente sería la ciudad de Debod, el rey de Meroe, Adijalamani, allá por el siglo II AC.

Decidió construir un templo a la Diosa madre, construyó también en su interior, otra capilla dedicada a Amon-Ra, no fuera que la autonombrada divinidad suprema se sintiera celoso y tramara algún plan de venganza contra él, cosa por lo visto, bastante común en los dioses. En pleno Valle del Nilo, y a orillas de gran río, el Templo de Debod se convirtió en uno de los lugares de peregrinación más importantes del antiguo Egipto.

En su origen, el templo se encontraba en el interior de un gran recinto amurallado que incluía un lago sagrado, lago en el que se llevaban a cabo ceremonias que recordaban el origen del mundo a partir de las aguas del caos.

En el día de hoy, y en su actual ubicación, un estanque artificial rodea al templo para recordarnos la vinculación de este con el agua, primero cuando fue erigido junto al Nilo, rio dador de vida, y después, para recordarnos que a punto estuvo de desaparecer de la vista humana, sumergido eternamente en esas mismas aguas que lo vieron nacer.

“El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un regalo, por eso es llamado el presente.” Me encanta esta frase, pertenece a una película infantil, y nada tiene que ver con lo que voy a decir, pero encierra lo que a menudo siento cuando me encuentro ante una parte de la historia de la historia de la humanidad, donde el misterio, el ayer, y todo lo demás se funde para que mediante su visión nos transportemos a una época en la que el Sol fue elevado a la categoría de dios, quizás solo para recordarnos que las cosas más vitales para nuestra existencia en realidad son eso, un regalo.

Francisco González

Las pirámides de Egipto – Atlántida

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