En la costa de Ballantrae, en Escocia, existe aún, una gruta que los lugareños llaman la cueva de Sawney Bean. Se trata de una cueva  que durante más de veinticinco años fue la residencia de la familia a la que debe su nombre. Es una cueva a la que nadie se atreve a entrar. La cueva de los horrores de la família Bean

Un poco de historia

En una pequeña localidad al este de Edimburgo, Sawnay se ganaba la vida recortando setos y excavando zanjas, al igual que lo hiciera su padre. Era un joven normal, hasta que Agnés Douglas se cruzó en su camino. Ella era una adolescente alocada y vivaracha, sobre la que recaían más de una denuncia por brujería. Un buen día Sawnay Bean y Agnes decidieron huir juntos.

La pareja se instaló en una cueva, cerca de la playa del litoral del condado de Galloway. Allí vivieron durante más de veinticinco años. Tuvieron hijos y nietos a los que educaban ellos mismos. Los miembros de la familia, jamás salían de la cueva, salvo para cometer sus fechorías. Para lograr subsistir, robaban a todos aquellos que tenían la desgracia de pasar cerca del domicilio de los Bean. Además de robar a sus víctimas, los asesinaban y su carne era la  principal fuente de alimentación de los miembros de la familia.

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Caníbales en la cueva de los horrores de los Bean

Las desapariciones de viajantes por la zona se hicieron frecuentes. A menudo aparecían miembros descuartizados, llegó a ser habitual que se encontraran brazos o piernas por las costas cercanas. Esto da a entender de que la familia tenía comida en exceso y arrojaba al mar lo que igual consideraban las sobras.  La alarma social fue creciendo y cuenta que alguno quiso investigar por su cuenta lo que podía suceder en el área de las desapariciones, pero de estos nunca más se supo.

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