Mi primer espíritu

¿Qué tipo de experiencias puede marcar a un niño para el resto de su vida?

Yo tengo una respuesta: una experiencia con lo paranormal.

Solo tenía 3 años cuando me topé con lo paranormal. Vagos son los recuerdos, pero fija en mi mente esta esa imagen.

No puedo decir si era por la mañana o por la tarde. Si recuerdo que era de día y el frío que hacia.  Para una niña pequeña todo es dimensionalmente grande, para mi el pasillo de mi casa era interminablemente largo. Recuerdo que conforme me acercaba a la habitación de mis padres me latía fuerte el corazón y sentía un frío extraño.

Cuando entré en la habitación,  lo ví. Estaba tumbado en la cama de mis padres, un hombre alto y muy delgado con las manos cruzadas a la altura de la cintura. Su palidez era extrema y su cara reflejaba un gran sufrimiento. Su ropa era antigua. Traje de chaqueta negro con rayas muy pequeñas y zapatos también negros.  Allí estaba, inmóvil, inerte, pálido, sin vida; estaba amortajado. Recuerdo que salí del dormitorio corriendo y chillando. Mi abuela materna, que vivía con nosotros, se alarmó cuando escuchó mis gritos y me cogió en brazos secándome las lágrimas e intentando tranquilizarme para saber que me pasaba.

Según me contaron mi madre y mi abuela, porque yo no lo recuerdo con claridad, lo único que yo decía es que no quería volver a entrar porque me daba susto, miedo. Durante días no quise entrar al dormitorio, no consentí ni siquiera dormir allí. Mi madre tuvo que improvisar una cama en el sofá. Cada vez que intentaba pasarme al dormitorio dormida yo me despertaba y empezaba a llorar. No se como consiguió que volviera a entrar en esa habitación. El miedo que puede sentir un niño no es comparable con ningún otro.

[the_ad id=”15662″]

Hasta los 10 años no conté lo que me sucedió. Tanto mi abuela como mi madre se sorprendieron. Les describí a mi bisabuelo materno que murió cuando era una niña. Y lo único que conseguí fue el rechazo y la obligación de callarlo.

A día de hoy cada vez que entro a esa habitación me recorre un escalofrío por la espalda porque esa imagen la recuerdo como si hubiera sido ayer.

A partir de ese momento comenzó mi otra realidad.

Rosa Maria Roldan

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *