Leyendas del metro Rocafort (Barcelona)

Cuentan que el último fue un joven que en mayo de 2012 decidió lanzarse a sus vías para quitarse la vida. Imagino que como suele ser habitual la dirección del metro emitió un mensaje por megafonía en la que anunciaba un retraso a causa de una incidencia técnica. El suicidio siempre ha sido así, un tema tabú. Unos dicen que por que publicarlo demasiado puede crear un efecto llamada. Otros porque puede convertir a ciertos lugares en iconos para los que tienen tendencias suicidas. Los más porque aceptar la gran cantidad de suicidios que se producen a diario sería como reconocer que nuestra sociedad está más enferma de lo que creemos. Sea por lo que fuere las leyendas del metro son abundantes en nuestra tradición oral.

Al parecer uno de los lugares favoritos de los suicidas son las estaciones de metro. Se pueden contar por cientos los rumores sobre personas que se han quitado la vida en esos lugares. Entre todas ellos, en la ciudad de Barcelona hay una en concreto que parece que lidera tan desafortunado ranking. Se trata de la estación de la Línea 1 de Rocafort.

El Vampiro del metro Barranca del Muerto.

Comienza la leyenda

Inaugurada en 1926 las leyendas urbanas dicen que no solo son las ratas las que habitan entre sus túneles, sino que algunas de las almas de aquellos que se suicidaron en ese lugar también deambulas por sus raíles.

La leyenda cuenta que ningún operario se atreve a trabajar en horario nocturno en la estación de Rocafort, pues ocurren fenómenos muy extraños. La rumorología, que no las noticias oficiales, cuenta que hace años se produjo una oleada inexplicable de suicidios que puso en alerta al personal, que incluso se dieron cuatro casos en un mismo mes.

Diversos Jefes de Estación, que no se conocían entre sí, dieron parte de haber presenciado por los monitores de TV personas paseando por los andenes de la estación, de una forma errática y aparentemente despreocupada, aunque el último tren había pasado hacía tiempo y la estación estaba cerrada al público. En ningún caso se descubrió a nadie en los andenes. En otra ocasión, un pasajero se acercó al Jefe de Estación y le preguntó con un extraño tono de voz cuándo iba a ser inaugurada la línea 2… Había sido inaugurada 7 años antes…” Quizás sea por eso por lo que la estación de Rocafort siempre es la última en las peticiones de servicio de los Jefes de Estación. Nadie desea trabajar allí, y menos en el último turno.

Reflexiones finales

Utilizo el metro de Barcelona casi a diario, y la estación de Rocafort es una de las que forma parte de mi trayecto, hasta hoy, reconozco que en mi imaginación siempre estaban presentes esos  mundos del subsuelo donde los marginados habían construido verdaderas ciudades alternativas, cosas de las películas, supongo, pero a partir de ahora, estoy seguro de que, cuando pase por la citada estación, no podré reprimir la curiosidad de mirar por la ventanilla en busca de algo más que la oscuridad de los túneles.

Fran González

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