La sombra

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Cuando era niño y vivía con los abuelos comencé a vivir en el misterio de los mundos invisibles. Nací en el campo. Lejos de la civilización humana en un lugar llamado Salitrera municipio de Zaragoza en el estado de San Luis potosí. Desde niño vivo entre dos mundos. Quiero compartir con ustedes algo que me pasó. Un relato sobre la sombra.

Suceso

Una ocasión que estaba en nuestro patio pleno de higueras y flores de distintos colores y bajo el concierto de ruidos de grillos y animales nocturnos. Me encontraba atizando el fuego de una hoguera la que servía para freír un inocente puerco al que el abuelo le había dado mate. Por cuestiones kármicas y con el deseo de disfrutar su sabrosa carne, claro, en este tiempo mi estómago ya no prefiere ese tipo, de manjar carnívoro por ser nocivo para mi evolución espiritual.

Pero en aquel tiempo era sabroso todo eso. Esa noche meditando en el fuego y viendo hervir el burbujeante cazo sentí algo. Arriba por el callejón cubierto su piso de piedra y sombreado por un viejo mesquite amparado por la noche, sentí la presencia de algo que me causo escozor en la piel.

Aparición

Cuando tímidamente voltee hacia el callejón venia por el mismo una sombra transparente,  gris oscura. Era una sombra que flotaba sobre el suelo sin hacer nada de ruido. Su figura solo reflejaba en la misma tinieblas que recogía al caminar por donde iba pasando.

Cuando llego cerca de mí, se paró y me observo largamente durante un tiempo que para mi fue una eternidad. Solo mirando sin moverme vi la imagen que con curiosidad disfrutaba manosearme con su lánguida faz.

Sentirse observado

Yo solo,  impávido como estatua de mármol me quede absorto con la mirada perdida en la nada de su ser. Después de un rato de forma descarada movió la cabeza y siguió su camino sin omitir ningún ruido al caminar.

Ya que como dije antes solo flotaba, flotaba. Después de unos minutos escuche el fuerte portazo de una puerta que conectaba al rio y se perdió entre la oscuridad de la noche. Menciono que por este rio que estaba paralelo a nuestra casa y que siempre había agua corriendo. Era siempre escenario casi todas las noches, especialmente en noches de luna de un continuo peregrinar de seres fallecidos y sus cuerpos se veían plateados por el reflejo de la luz lunar que bañaba sus formas humanas. Pero siempre flotaban sobre el camino y veía que sus pies no tocaban el piso.

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Mas adelante rio arriba estaba el cementerio y cabe mencionar que por el lecho del rio estaba el camino real y cuando alguien fallecía, la costumbre de la gente era el de acompañar al cuerpo.

Este es mi relato de la sombra.

 

Arasihel de Avilatihel

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