Tom Roca: El Espejo

Charles Rotflift, adoraba los espejos desde que empezó con su intensivo programa de ejercicios.

Le encantaba contemplar sus abdominales, hasta compró dos nuevos espejos para contemplar su nuevo aspecto, él un profesor universitario barrigón, se había transformado en un Brad Pitt de la enseñanza.

Su esposa no entendía nada, pero el vivir con un físico teórico la había inmunizado contra las excentricidades.

Un día por la mañana, Charles desapareció absorbido por los espejos.

Su mujer continuo hablándole sin mirarle, como siempre. Sobre el colegio de los niños, los pagos de la hipoteca, la próxima visita de sus padres y marchó sin fijarse en que había desaparecido y deseándole un feliz día.

A través del espejo, Charles se había trasladado a otra dimensión.

Muchas veces, había contado por la noche a sus hijos el cuento de ‘Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas’, que siempre empezaba con el viaje a través del espejo, pero quien coño podía imaginar que esto acabaría pasándole a él.

Para ser prácticos, lo primero que hizo, fue comprobar sus nuevos abdominales, no fuera que también fueran un producto de su imaginación, pero por lo menos aquello era real. Cuando Alice, su alumna favorita, viera aquello se iría de la pata pa abajo, de vez en cuando se permitía alguna obscenidad para compensar su exceso de cultura.

Bueno ¿qué debía hacer?¿analizar aquel extraño suceso como un producto de la mecánica cuántica, o por lo contrario esperar que la historia se desarrollase como en el cuento de Alicia?.

Esperaba cualquier cosa, sinceramente estaba acojonado.

¿Que pasó?

El primero en aparecer fue un gato como en el cuento. Le preguntó: ¿Eres el gato de Cheshire?. Una mierda, respondió el bicho, soy el gato de Schrödinger y estoy hasta los cojones de la física cuántica y todos los putos experimentos con gatos.

Aquella referencia a un compañero de profesión, le tranquilizó momentáneamente, aunque la expresión del animal no era como para tomárselo a la ligera.

Esperaba que de un momento a otro aparecieran todos los personajes del cuento, el Sombrerero loco, la liebre, la Reina de corazones, el conejo blanco, pero no.¡Flaaaash!.

Albert Einstein se le apareció en medio del bosque. ¡¿Passa Chaval?! Le preguntó don Alberto. Pues mire, yo estaba mirándome al espejo y de repente…¡No me vengas con historias, tío, estaís tan acostumbrados a la teórica, que cuando os pasa algo real no hay huevos de aceptarlo!.

No quería llevarle la contraria a don Alberto, pero no sabia como explicar todo aquello.

Mira, tío, acabas de saltar a otra dimensión, lo que yo había pronosticado, sea por un espejo o gracias a tus ejercicios abdominales, lo has logrado, que más quieres, ahora vuelve al mundo real y busca la formula en lugar de pensar en como tirarte a tu alumna… o mejor primero te la tiras y después busca la formula.

Ya, maestro,¿ Y como vuelvo al mundo real?

¡Caguentoloquesemenea imbécil!. Y de una patada en el culo Mr Albert devolvió a Rotflift al mundo real.

Atravesó los tres espejos con gran estruendo llegando a su habitación ,su mujer entreabrió la puerta para recordarle que pasara por la pastelería para recoger el postre para la cena con los suegros, al ver el estropicio se limitó a comentar : Charles, querido, ya sabes que no me gusta que te traigas trabajo a casa.

Buscar la formula o ir a la pastelería, que puto dilema.

Tom Roca

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