El demonio de Devonshire

Posiblemente no se tratara más que de un extraño animal, un caso para los estudiosos de la criptozoología.

Pero aquellas huellas en la nieve, que aparecieron en el condado inglés de Devonshire en 1855. Dieron origen a una leyenda, la leyenda del “Demonio de Devonshire”.

Todo comenzó la noche del 7 de Febrero de aquel año, una noche fría con una intensa nevada. Henry Pilke, el panadero de Topsham se dirige hacia el horno.

Apenas había dado unos pasos, algo llamó la atención de Henry, unas extrañas huellas en forma de “U” sobre la nieve, de unos 10 por 7 cm.

Impresas con tal profundidad, que descartaba cualquier idea de que pudiera tratarse de un pequeño asno por el peso que se preveía necesario para dejar la marca.

Además, sorprendentemente, estas estaban alineadas en una sola fila, una detrás de otra, a una distancia de un palmo la una de la otra, como si el animal hubiera caminado dando saltos a una sola pata.

Poco a poco, el miedo hacía la extraña criatura se apodero de los lugareños. Se organizaron varios grupos de vecinos para seguir las huellas, las cuales no dejaban de sorprender.

El extraño ser no alteraba su forma de caminar fuese cual fuese el obstáculo que encontrara en su camino, vallas o muros parecían no ofrecer ninguna dificultad para él, unas huellas que según cuentan se extendieron a lo largo de 150 Km.  por diversos pueblos de la comarca.

Es una de las patrullas vecinales la que se topa con lo que parece puede aclarar el misterio. Un misterioso ser camina por el bosque, un ser sombrío que camina errante por la nieve. “¡Eh, mirad allí!”, grita una voz. “¡Miradlo! ¡Es él!”, vocifera otro individuo. “Es el monstruo de Devonshire”.

La patrulla corre en dirección al ser, que en principio permanece inmóvil. Mirando con sorpresa al violento grupo armado con palos y estacas, que se acerca apresuradamente hacia él. Reacciona. Trata de escapar, pero es alcanzado.

El demonio en el Retiro

¿Han encontrado al Demonio de Devonshire?

Cuando están a punto de empezar los golpes, un grito los detiene. “¡Paren! No ataquen a Daniel Plumer”. Es Squire Bartholomew, el juez de paz del pueblo, que les explica que aquél a quien iban a apalear no es peligroso.

Es un enfermo mental, que viste con harapos y emite gruñidos. Gusta de deambular por el bosque y los lugareños lo alimentan cuando aparece mendigando por sus casas. Es completamente inofensivo.

Dos cazadores que también siguieron el rastro durante varias horas a través de un poblado de bosque repleto de arbustos espinosos observaron como las pisadas se interrumpían súbitamente, como si la criatura se hubiera elevado sobre el suelo, y volvían a aparecer sobre los tejados cubiertos de nieve de algunas casas cercanas.

Lo que al principio eran para los habitantes del condado las huellas de un animal con un comportamiento extraño, al poco tiempo se transformaron en su imaginación en las de un espantoso monstruo, monstruo que no tardaría en convertirse en el mismísimo diablo.

Esto último alimentado porque al derretirse la nieve las huellas permanecieron, aunque cambiando de forma, la “U” se convirtió en pezuña, la pezuña del demonio.

Nadie consiguió dar una respuesta al enigma de Devonshir, si bien unos reputados científicos de la época concluyeron que probablemente se  tratara de un canguro que alguien había abandonado por aquellas tierras.

Con el paso del tiempo las huellas desaparecieron y los habitantes del condado olvidaron lo ocurrido.

En plena época victoriana, en un pueblo que gustaba de historias fantásticas y sobrenaturales, la noticia de las huellas del demonio no pasó desapercibida en los medios.

El suceso llenó páginas de importantes periódicos; The Times, The Invemess Courier o The llustred London /Vews, fueron algunos de los se hicieron eco, recordando que años atrás surgieron pisadas similares en una cordillera de Galicia y también en tierras de Escocia, en Glenorchy.

Algunos periodistas rememoraron una historia que señalaba que un explorador había hallado huellas similares en las islas Kerguelen del océano índico, en una espacio natural sin animales con cascos en sus patas.

Fran González

¿Qué son los demonios y por qué se manifiestan?

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