Tom Roca: Asesinato sin sangre

0

Asesinato sin sangre

Se acercaba mi cumpleaños y decidí ajustar cuentas con los pocos enemigos que había tenido en mi vida. Recurrí a todos mis contactos en los bajos y en los altos fondos. Asesinar es fácil. Desprenderse de un cadáver es difícil. Pero si no hay cadáver, no existe asesinato. Revise mi agenda, coñe, lo que tenia allí. Un fusil de francotirador del calibre 50 ( 12,7 ) de la casa Barrett, me salía tirado de precio y sin dejar huella.

De mi época anarquista, aun conservaba un manual llamado “ La cocina del infierno”, donde se detallaba como fabricar un explosivo con los elementos que se pueden encontrar en cualquier cocina. El Semtex y otros explosivos plásticos andaban de oferta en los mercados, ya no hablemos de las Beretta nueve milímetros o las Glock 42, lo podía conseguir sin dejar ningún rastro.

Claro que si esperaba un año lo podría conseguir en las rebajas de El Corte Ingles. Pero todo era demasiado escandaloso y sangriento. Tampoco yo era un tipo de la Mafia que necesita dejar los cadáveres al aire libre para advertir a la competencia, para que vengan los del CSI y hagan un capitulo. Y como decía antes, desprenderse de un cadáver es un coñazo.

Por fin decidí que dado que yo era un tipo educado culto y refinado ,tenia que utilizar tácticas mas delicadas y adecuadas a los tiempos. Cambio de planes. Llame a un antiguo conocido de mis épocas de periodismo de investigación, un viejo hacker, un tipo listo al que nunca habían pillado.

Tom Roca: El Diablo

Quedamos a tomar unas cervezas, después de charlar de los viejos tiempos, le expliqué mis intenciones, inmediatamente me explicó un sistema para llevar a cabo mi plan. Tras una larga disertación se dio cuenta de mis escasos conocimientos informáticos, se apiadó de mi y se ofreció a ayudarme.

Una vez seleccionados los objetivos, nos metimos en faena. A través de un virus encriptado en una presentación cachonda que les enviamos por mail suplantando la identidad de un conocido suyo, capturamos las pulsaciones de sus teclados. Únicamente tuvimos que esperar a que realizaran alguna operación con su banco y mediante un simple programa que filtraba la introducción de la URL de las entidades bancarias obtuvimos toda la secuencia de códigos y contraseñas para entrar en sus cuentas sin dejar rastros ocultando mi dirección IP.

Entonces mi amigo me hizo los honores y me dejo que yo continuara. Ordené transferencias, realicé compras hasta agotar su saldo, gestioné peticiones de crédito y por ultimo cancelé todas sus tarjetas de crédito.

Venganza cumplida. Arruinados y endeudados de por vida. Mucho mejor que un disparo y mas limpio.

Tomamos unas cervezas para celebrar mi cumpleaños, cada uno a su casa y como si no hubiera pasado nada.

Mi mejor cumpleaños.

Tom Roca

Tom Roca: El puto Sr. Srhrödinger

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *